viernes, 28 de febrero de 2014

ARCADE FIRE: REFLEKTOR, “¿PRETENCIOSA DESAZÓN?” (2011-2014) – Parte 4



Si en The Suburbs, Arcade Fire encontró en la new wave y el folk, a los aliados perfectos para combinarlos con su característico sonido, en Reflektor los canadienses agregan a su paleta sonora,  la música disco, el funk, algo de ambient y sonoridades antillanas, sobre todo centradas en el tradicional “rara” haitiano, pero a diferencia de los Daft Punk y su RAM, en donde los franceses reclutaron a genialidades como Nile Rodgers y otros colaboradores de primera, para lograr con muy buenos resultados su exploración sónica. AF emprendió  su viaje sónico con la colaboración de James Murphy (LCD Soundsystem) en la producción así comoel acostumbrado apoyo de Orson Pallet, uno que otro músico, el genial David Bowie en coros, pero al fin al cabo aportes muy superficiales, sobre el resultado final, dando ello mayor mérito a este generoso cuarto álbum, un disco doble de extensos 75 minutos de duración. A pesar de sus bondades, Reflektor  nos deja algo confundidos.
Aunque suene interesante toda la experimentación desarrollada por la banda para esta obra, eso no quiere decir que estemos ante una obra de arte ni nada por el estilo, pero el resultado es suficiente para colocarlos entre lo mejor del año que pasó. Más que todo por el riesgoso paso que dieron los canadienses con este álbum, el cual no es fácil de dirigir ni aún para los seguidores de AF, aunque no falta por allí algún fanático  disfrazado de crítico de música, quien se atrevió a proclamarlo como la mejor obra de la banda, comentario por demás exagerado y quizás víctima de la emoción de estar escuchando una nuevo producción de sus ídolos tras un par de años de silencio, o tras haber escuchado los espectaculares singles “Reflektor” y “Afterlife”, se apoderó de este tipo la emoción y no terminó de escuchar detenidamente el resto del álbum doble.
La primera sensación que me dio (y sigue dando) Reflektor, es que sobran canciones, algunas piezas son demasiadas prolongadas, otras intrascendentes e innecesarias como el tema escondido y con el que cierran el segundo disco, “Reflektive Age”, aspectos del álbum que nos deja desconcertados. Qué diferencia con The Suburbs, en donde cada corte duraba lo justo y necesario, en donde todos sonaban perfectos. Reflektor repite esa misma sensación que nos dejó Neon Bible, de ambigüedad, de incertidumbre, no porque hayan sido malos discos, sino al no darnos una idea clara de hacia dónde irá el futuro musical de la banda, dividendo la opinión de los seguidores y críticos, en posiciones muy extremas.
La historia de los álbumes de Arcade Fire, es cíclica, discos impares como Funeral y The Suburbs son obras maestras, mientras que los pares Neon Bible y Reflektor, son obras de transición, de experimentación, por darle una descripción más generosa a dichas producciones. ¿Qué seguirá más adelante? Realmente esperamos que siga la secuencia que corresponde, otra obra apoteósica, pues una nueva producción de características indeterminadas, pondría la credibilidad de la banda en tela de juicio. Aunque con toda la fanaticada rendida a sus pies ante cualquier nuevo acto sonoro, les da carta  blanca a los AF para hacer lo que les venga en gana. 
Algunos elementos que contribuyen a dejarme desconcertado tras la escucha de Reflektor, es su aparente mal sonido, como si la mezcla hubiera sido mal hecha, acción quizás realizada adrede por Murphy, en donde las guitarras lucen estacionadas en la mayoría de temas, sin ese vértigo de Funeral, salvo algunos chispazos como en “Here Comes The Night Time”,  pianos desconcertantes, sintetizadores opacando al resto de la instrumentación, violines que no se oyen casi nunca, haciendo que muchas canciones carezcan de esa  dosis de emotividad y melodramatismo que hicieron grandes sus anteriores obras, otra vez es notoria la falta de himnos para ser coreados voz en cuello, pero a cambio esta vez Arcade Fire nos ofrecen momentos de intenso baile, no acto para adolescentes, sino  para adultos ochenteros.
DE HAITÍ A ORFEO
Dejando a un lado las dudas que me dejan Reflektor, vayamos a los aspectos que me siguen atrayendo de la riquísima obra de los canadienses. Y es que desde sus antecedentes, la banda se encargó en todo sentido de crear gran expectativa alrededor de la aparición de su nueva cría sonora. Así que comencemos desde su concepción.
Las ideas no solo musicales sino estéticas del producto Reflektor, se remontan al primer viaje que como esposos realizaron Win y Régine a Haití, la tierra natal  de la Chassagne, en donde Win quedó cautivado con el arte y la cultura del país antillano, declarando al respecto: Ir a Haití por primera vez con Régine fue el comienzo de un gran cambio en la forma en la que pensaba acerca del mundo. Generalmente, creo que tienes la mayor parte de tus influencias musicales bloqueadas cuando tienes 16. Había una banda que [siento que] me cambio musicalmente, realmente me abrió a esta gran, enorme cantidad de cultura e influencias a las cuales no había estado expuesto antes, lo que fue realmente un cambio en mi  vida”.
Win y Régine se sintieron inspirados en incorporar a su nuevo material musical,  elementos de la “rara” haitiana, música folklórica que es ejecutada en medio de procesiones callejeras, a ello agregaron también  influencias jamaiquinas. Tras la salida de Reflektor, Win Butler explicaría “no es como si nuestra banda estuviese tratando de tocar música haitiana. Simplemente sentí que nos abrimos a una nueva influencia. Bob Marley probablemente sintió lo mismo la primera vez que escuchó a Curtis Mayfield”.
Otras fuentes de inspiración fueron la película de coproducción brasilera, italiana y francesa  de 1959 “Orfeo Negro”, la cual también fascinó a Win y el ensayo “The Present Age” del danés Søren Kierkegaard del siglo XIX. 
Aparentemente teniendo las ideas claras para su nueva propuesta musical, los Arcade Fire comenzaron a grabar en Lusisiana en el 2011, para luego trasladarse a Jamaica al siguiente año con el productor Markus Dravs, otro colaborador de la banda.
DE LA GUERRILLA URBANA AL SHOWBUSINESS (Eso que llaman “Marketing”) 
La campaña de posicionamiento de la “marca” Reflektor, estuvo inspirada en dibujos haitianos “veve” y comenzó cuando distintas ciudades del mundo amanecieron con la inscripción de un logo críptico con la palabra “reflektor”, semejante a un grafiti de arte urbano. Estas acciones generaron que un seguidor de la banda se atreva a preguntarles a través del twitter si todo esto se trataba del lanzamiento del nuevo álbum, los Arcade Fire contestarían afirmativo. La estrategia a usar era el marketing de guerrilla. Pero no a todos le caería bien la táctica de los canadienses para el alumbramiento de su nuevo vástago sónico, pues los dueños de algunas paredes “grafiteadas”  manifestaron su fastidio por las pintas, la banda pediría las disculpas del caso, manifestando que inicialmente la idea era utilizar tiza en lugar de pinturas de aerosol.
El 26 de agosto, en un gran mural en un edificio del centro de Manhattan, aparecen símbolos y las palabras “Arcade Fire 9pm 9/9”.  En referencia a la fecha 9 de septiembre, ese día se lanzaría dos videos para el primer sencillo, “Reflektor” y la venta de su respectivo single, acreditado a la ficticia banda The Reflektors. Ese mismo día se reveló la portada del nuevo álbum, arte inspirado en la imagen de la escultura de Orfeo y Eurídice, de Auguste Rodin.
El 2 de septiembre, un breve clip de apenas 15 segundos de duración emitido a través de Spotify, titulado “9pm 9/9”, anunciaba la aparición del nuevo álbum, pero no dejándonos pista alguna sobre el sonido del mismo. Volviendo al 9 de septiembre, la banda anunció un show secreto, bajo el nombre de “The Reflektor” a las 9 p.m, a 9 dólares la entrada, en el Montreal’s Salsathéque Club.  El 28 de ese mes, la banda se presentó en  Saturday Night Live, en  un concierto especial de 30 minutos, transmitido por la cadena NBC, que contó con las apariciones de Bono, Ben Stiller, James Franco, Michael Cera y Zach Galifianakis, estrenando tres canciones, “Here Comes The Night Time”, “We Exist” y “Normal Person”.
El 11 de octubre, la banda lanzaría un video teaser con treinta segundos de la canción “Awful Sound (Oh Eurydice)”, haciéndonos especular si el ambient sería otro estilo a explorar en la nueva producción. El 21 de octubre se publicaría la canción “afterlife”, acompañada de imágenes de la antes mencionada película de 1959 Orfeo Negro, de Marcel Camus. Ese mismo día fue presentada en el programa The Colbert Report, junto con “Normal Person”. Pero la cereza que terminaría de adornar el pastel mediático, sería su presentación al aire libre en las afueras de Capital Studios, el 29 de octubre, apenas lanzado el álbum,   con un público peculiarmente uniformado para la ocasión (mira el video del concierto completo más abajo).
REFLEKTOR (2013) 
El 28 de octubre salió a las calles, el tan esperado cuarto álbum, extenso disco doble  que deja más dudas que elogios, pues las buenas ideas planteadas lucen inconclusas, desorientadas, terminadas a medias, innecesarios temas escondidos e interludio, así como otros tracks prescindibles, a los que no encontramos razón de ser, nos deja un sinsabor amargo, tras haber probado manjares como “Reflektor”, “Afterlife” o “Here Comes The Night Time”, aunque justamente lo meritorio sea el que los Arcade Fire, fieles a su estirpe experimental, asumieran el riesgo de perder su cómodo sitial de banda consagrada, o con el respaldo de ella, de crear la  música que su albedrío musical les permite, sin importarles  las consecuencias. Mostrándose radicales en el sentido de mandar al diablo sus pergaminos, de lograr un disco que al escucharlo no sabemos qué diablos quieren hacer, pero igual nos terminan cautivando, de crear un disco sin un orden o estructura definida, sin una identidad clara. De audición abstracta, pero que exhibe a unos Arcade fire que conservan ese ideal de renovarse conforme avanzan sus álbumes, no al grado que quisiéramos o esperaríamos, pero quizás a ello haya contribuido las altísimas expectativas que tuvimos con esta ansiada obra. De repente endiosamos en demasía a los canadienses.   
Escrudiñemos el primer disco. El lado más eufórico y desenfrenado, se inicia con el single “Reflektor”, una canción pop-art y festiva a más no poder, en donde Win y  Régine intercalan roles en el canto, y la fémina se da maña para dar algunos seductores susurros en francés, en medio de ambientes que transitan entre lo tenso, lo frenético  y lo estridente, dominado por los sintetizadores y sobre el final por un falso de piano y el acompañamiento de Bowie en las voces. Son más de siete minutos de delirante baile, que vale la pena disfrutarlos con el cuerpo. “We exist” es el tema que posee más guitarras, y su penetrante bajo se encarga de orientar el resto de sonoridades de aires finales de los 70s. Sigue “Flashbulb Eyes” cuya mezcla de ritmos reggae y “rara” haitiana, la hacen lucir genial, la pieza es matizada con sonidos de sintetizadores y programaciones, que terminan sucumbiendo ante su desconcertante final, pero parece tratarse de un bucle para dar paso al desenfrenado y pegadizo ritmo de las guitarras y percusiones de “Here Comes The Night”, que luego baja en revoluciones para embelesarnos con sus apaciguadas percusiones haitianas, así nos tienen un par de minutos (que si hubieran sido menos, sería lo óptimo) hasta que sorpresivamente nos sacan de cuadro, con el desenfrenado sonido inicial. Caóticos sonidos de una “garage band” enchufando sus instrumentos, dan paso al ambiguo  rock’n’roll de “Normal Person”, la anárquica atmosfera sónica se mantendrá hasta el final, para luego desvanecerse ante los primeros acordes con guiños setenteros de “You Already Now”, pero conforme avanza la pieza, también cronológicamente se orienta hacia el pop ochentero, para ir mutando y transformándose hacia impredecibles estilos.
El hardcore-punk inicial de “Joan Of Arc”, es un letal puñetazo para cualquier fan de la banda, pues no se les conocía esa faceta, pero ese aporreo de sonidos se esfumará rápidamente hacia bizarras melodías punkies-new wave y Régine cantándonos otra vez en francés en algunos parajes del tema, con un prescindible bonus track, que se prolonga en el segundo disco.
El lado elegiaco  de  Reflektor , influenciado en la mitología griega y sus temas de éxtasis, abrupta separación y el encuentro final de los amantes Eurídice, una ninfa y el músico Orfeo, es aperturado por la sombría, peculiar y rara “Here Comes The Night Time II”, pero que no aporta nada del otro mundo, por ese mismo clima  transita los pocos convincentes arreglos de percusión y cuerdas iniciales de “Awful Sound (Oh Euridice)”, que luego se esparcirán para dar pase a extraordinarias sonoridades ambient, sostenidas por una pequeña sinfonía de teclados y guitarra acústica, otro tema inusual y pretencioso. 
La portentosa batería y el efectivo acompañamiento del bajo y la guitarra, de la densa “It’s Never Over (Hey Orpheus)” son  esplendidos, pero nuevamente por ese deseo consciente o inconsciente de sonar pretenciosos, los Arcade Fire hacen que la canción se pierda a causa de su innecesaria prolongación, que su cautivamente ritmo inicial finalmente se termine divagando sin rumbo. Me quemaron el pan en la puerta del horno. La minimalista y primitiva electrónica de “Porno” y su oscuros teclados, hubiera quedado mejor con pocos minutos, nuevamente los canadienses extienden por gusto su pieza hasta volverla intrascendente, pero felizmente existe  “Afterlife”, con su coqueta melodía electrónica –funk, apoteósica pieza musical  dispuesta a esclavizarnos corporalmente gracias a sus contagiantes ritmos. La calma electrónica de la ambient  “Supersymmentry”, decorada por el bello dúo de voces de los Butler, se convierte en un colofón sónico de todo el álbum, cierra el segundo disco, pero otra vez los Arcade Fire vuelven a  pecar de pretenciosos al extenderla con el bonus “Reflektive Age”. Como te habrás dado cuenta el segundo acto me resulta poco convincente.
Restándole tres o cuatro temas, que ya los habrás identificado  tras leer esta reseña, hubiéramos estado nuevamente ante una nueva obra maestra de los canadienses, aunque su opaco sonido, ¿culpa de Murphy? Deja cierto sinsabor.
Sonar a Kraftwerk combinado con Chic y los Talking Heads, es una tarea harto compleja, pretenciosa que quizás pocos se atreverían hacer, y ya eso es meritorio en Arcade Fire. La temática del álbum, no está en cuestión sino su resultado musical, difícil de dirigir, pero es justamente en esa atmosfera enrarecida que puebla sus cortes, la que la vuelva atractiva.   Un disco atípico, extraño, que quizás solo nos deje tres temas para el recuerdo y el resto para el olvido de los fans de Arcade Fire, pero que sí pueden dar testimonio de una banda que está dispuesta a ir más allá de sus posibilidades sin impórtales el qué dirán, la grandilocuencia y la multinstrumentación del pasado, ha cedido su lugar a la experimentación, simplemente teniendo eso que llaman “actitud”. Sus próximas presentaciones están a la vuelta de la esquina, sus fanáticos que los esperan casi una década, no creo que se vayan muy contentos con un set poblado por Reflektor, por más que les haya gustado el álbum. 

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