jueves, 28 de marzo de 2019

22/09/1953 : ZETANGAS AND THE MONSTER OF COMIDA. Reseña.

22/09/1953
ZETANGAS AND THE MONSTER OF COMIDA
(2019)
Dos años atrás honrábamos al “Paradiso Eterno” como la obra cumbre de Carlos García “Zetangas”, sin embargo, esta nueva aventura sónica del guitarrista nacional radicado en Suecia resulta apoteósica. Su quinto acto en solitario es un onírico viaje entre cuerdas y bases sintéticas de rasgos etéreos y minimalistas.
Sobre su peculiar título, García nos comenta que es “un homenaje a una persona muy especial en mi vida. Su relación tiene que ver con la paciencia, amor y la tranquilidad emocional”.
Volviendo al sonido del disco, puedo sonar incoherente lo que vamos a decir, pero muestra un sonido “lo fi”, sin ser “lo fi”, pues este no ha sido procesado para sonar así, sino que simplemente ha sido capturado tal como sale, a veces precario, áspero, sin retoques. Al respecto Zetangas nos confiesa más bien que la base de “synthes” y sus cimientos minimalistas han sido más trabajados. Así pues, esa simbiosis entre su cromática guitarra, sintetizadores y programaciones, emprendida desde Gbone (2015), en esta jornada sonora se ha visto superada por la supremacía de sus artilugios electrónicos para construir ambientaciones psicodélicas.
La nueva obra de Zetangas también se caracteriza por ser la primera en la que participa la voz humana, a cargo de una amiga del músico quien prefirió el anonimato.   
Lo abstracto y experimental están presentes en dos bloques de piezas, nombradas como “S/T Interlude” y “Neonati Deforme”, las del primer grupo mencionadas como “007, 008 y 009” respectivamente, donde confluyen arpegios y sintetizadores disonantes para crear paisajes tantos enigmáticos como cálidos, mientras que, del segundo grupo, denominadas “001” y “002”, en la primera pieza sobre marañas electrónicas y sonoridades de rasgos aleatorios y lúdicos, surgen guitarras siderales, muy diferente la segunda, en donde su melódico inicio no nos hace sospechar del avenimiento de cuerdas indeterminadas.   
Las guitarras de corte oriental, presentes en anteriores entregas, pegan la vuelta en “Laila-Laila-Laila”, para que transiten las voces etéreas de su cantante. En “Estereoscopio”, sus nostálgicas cuerdas resultan conmovedoras. Sobre una amalgama de melodías y sonidos enrarecidos circula la tenue interpretación de su vocalista en “Bosque Blanco”.
Los psicodélicos toques de órgano en “Mosaico Árabe”, nos dejan eclipsados, preparándonos para ser sometidos al mejor corte del álbum, “Mundo Monster Cuando No Soy Yo!!!”, tema que alza vuelo con el sonido de una precaria caja de ritmo, que luego da paso a unos intensos teclados y en medio de ellos sobresalir una proclama vociferante emprendida por su cantante, para sucederse teclados más saturados, sobre melodías ruidistas. La quietud llega con la reflexiva “Enciérralo De Espalda”, aunque también transitan voces sampleadas, ambientes y chirridos. Más enajenada se muestra “Zucchini Asimétrico”, con sus teclados jugando a recrear voces fantasmales.  
Para el tramo final, Zetangas nos regala toda la aspereza de sus guitarras en “Todo Lo Que El Mounstro Se Comió” y los cálidos arpegios de “Mar De Marte”.
Zetangas asume su evolución sonora no como un acto que parte de algún afán innovador, sino sencillamente de desligarse de algunos rasgos musicales que aún quedan, para hacer lo que le gusta y como él quiere que suene.



jueves, 21 de marzo de 2019

THE COLORS OF THE SUNSET : SILVANIA. Reseña.

THE COLORS OF THE SUNSET
SILVANIA
(2019)

Mario Silvania y su remozada formación nos vuelven a cautivar con tres temas nuevos que forman parte de su primer EP en décadas, The Colors of the Sunset, disco que se erige como un generoso precursor, además de elevarnos la expectativa al tope, de lo que será su próximo álbum a lanzarse el dos de julio, "Todos Los Astronautas Dicen Que Pasaron por La Luna". 
En este episodio sonoro, Silvania sonoriza aquellos ambientes relacionados con la puesta del sol, como tan bien lo sentencia su título, con sonoridades capaces de transportar nuestra mente y corazón hacia la añoranza, avalados por sus nostálgicas melodías, odas y la sombría voz de Mario sedándonos el cerebro en dirección hacia senderos oníricos. Al igual que su anterior single, la intensidad de los sintetizadores... ¡nada que ver!... ¡Todo lo que escuchamos en el EP son guitarras!, tratadas de tal manera por Mario, que pareciera darnos la sensación de estar oyendo instrumentos sintéticos. Otro elemento vital en el sonido del registro, son los finos arreglos y punteos de guitarra de reminiscencias Belking’s, banda adorada por Mario.      
Los poderes magnéticos de la música Silvania, prevalecen desde el saque de “She Rises”, donde nos vemos envueltos por esa sugestiva marcha híbrida de guitarras procesadas y cajas de ritmo, la etérea interpretación de Mario (con sus coquetos “Uh uh…”), los finos punteos y dramáticos ambientes que avasallan hasta el cierre de la pieza, una suma de sonidos que consiguen arrancarnos algunos pasos de baile. El viaje surrealista apenas ha alzado vuelo, pues los ambientes atmosféricos de “La playa del Olvido” y sus cuerdas de guiños Belkings, junto al canto sombrío de Mario, preso de la añoranza, (“…melodías que amare el ayer una vez más hacen que el atardecer y sus colores sean más triste el ruido del mar en mi corazón te canto esta canción…”) nos elevan a paisajes de ensueño.
Finalmente, llegamos al tema más encantador del disco, “Los amantes de la Luna”, cuyas cuerdas electroacústicas narcotizan nuestros sentidos para contemplar la noche y tras la incursión de unos emotivos ambientes sonoros, de rasgos épicos, somos trasladados brevemente por paisajes astrales y arrojados nuevamente a la tierra hasta estrellarnos con el crujir de las olas e introducirnos por mundos mágicos, tras el son de una caja musical y sutiles “loops”, dispuestos a purificarnos y traernos solaz. Sin duda, un tema rico en texturas, ambientaciones y las diversas sensaciones que se experimentan durante su escucha.
Tenemos que agradecer a Mario por su valentía para salir de su justificado luto y entregarnos en estos meses, tan valiosas gemas sonoras, cuya delicadeza sigue calando en el “bosque de la memoria” y anhelemos la llegada del mes de julio con muchas ansias.

miércoles, 20 de marzo de 2019

SUKHA : PUNA. Reseña.

SUKHA
PUNA
Chip Musik/Dorog Records
(2019)

Cinco años nos separan del último álbum de Puna, su impecable “Au Dial”, silencio discográfico interrumpido por su compilatorio de temas inéditos, pero de data remota, titulado “Rare Tracks” (2017). Con respecto a su antecesor, “Sukha”, su nuevo trabajo largo, se perfila como un viaje sonoro más minimalista y experimental que, sin embargo, sigue transportando nuestra imaginación por los ambientes gélidos y propios de las alturas peruanas.
Y es que si bien, la base del sonido de Puna sigue siendo la misma, “noise-pop” atmosférico de rasgos etéreos, su música ha adquirido dimensiones más sombrías, lóbregas y volátiles que en gran parte creemos se debe a la influencia de los nuevos integrantes del combo  capitaneado por su miembro fundador, Jorge Rivas O ’Connor (guitarras, bajos, sintetizador, controladores, voces y efectos), único “sobreviviente” del ex trío, ante la partida de Rolando Apolo (para armar Bifronte Records y emprender otros proyectos personales) y José A. Rodríguez (para hacer florecer su espectacular Aloysius Acker). Así pues, cada uno de los músicos ingresantes a Puna, han aportado a la banda sus respectivos bagajes sonoros emprendidos en sus respectivos proyectos personales. Por ejemplo, la electrónica, “ambient” y “techno”, explorado por Alexander Fabián Gómez (teclados y voces) bajo sus alias Miyagi Pitcher, Siam Liam y Alcaloidë; la electrónica sutil, noctámbula y enigmática de Alfonzo Noriega Reto (teclados y efectos) en su faceta como El Otro Infinito; completando la formación Leko López López (batería y sintetizador), quien le otorga a la base rítmica de Puna un sonido más corpóreo. De esta manera, el sonido de Puna resulta una simbiosis de su reestructurada alineación.
Puna. Nueva formación (Foto: Facebook de la banda).
Los orígenes de Puna se remontan al año 2008, y desde su centro de operaciones, en el distrito de Pueblo Libre, Lima, comienzan a crear una serie de grabaciones de características “Lo fi”, emparentadas dentro de la música electrónica independiente, fusionando estilos que iban entre el “ethereal”, “noise-pop” y “shoegaze”, logrando editar dos EPs, "Medio Día en la Luna" (2010) y "Madrugada Del Fin" (2011). Luego, vendrían los ensayos con nuevos sonidos, osciladores, paisajes minimales para sonorizaciones en vivo, conciertos, festivales organizados por centros culturales relacionados al arte y la electrónica y que los llegará a grabar su primer álbum "Au dial" (2014).
El nombre de este nuevo álbum, “Sukha”, es una palabra que procede del sánscrito y pali que significa “placer, tranquilidad, felicidad”. En quechua, se traduce como “atardecer”. Estos dos significados se fusionan para alumbrar otra definición, “placer_atardecer”. Sobre su nueva producción los integrantes de Puna han manifestado que “concebir este disco ha sido todo un proceso de lucha contra el tiempo/vida y el sistema… ‘Sukha’ es un estado de calma para llegar a la concentración y a las absorciones meditativas”. 
Jorge Rivas, miembro fundador de Puna. Foto: Facebook de la banda 
El disco alza vuelo con “Intro /// Despierto – Anoche”, tema donde se deja escuchar extractos de la voz sampleada del poeta multidisciplinario nacional Jorge Eduardo Eielson leyendo sus poemas “Habitación en Roma” y “Cuerpo En Exilio” transitando sobre ruidos ambientales y capas de voces aleatorias para mutar finalmente en una muralla de intensos sintetizadores. Prosigue, “Substancia”, cuyos teclados y ruidos atmosféricos, apoyados por golpes de percusión, se unen para recrear una misteriosa ambientación embargada por el crujir de las distorsiones. Luego, envolventes cajas de ritmo y cuerdas resonantes conciben momentos épicos para a elevarnos por los cielos en “Delsolgris”. Más música paisajista, que tranquilamente podría ambientar nuestra exploración por las cumbres, transita en “Ultramar”, donde los músicos exploran con sonoridades etéreas y experimentales, sostenidas por percusión física y osciladores, asomándose también atmosferas “shoegaze”.
Ambientaciones fantasmales y enajenadas asoman con “Niebla”, en virtud a las resonancias de sus cuerdas de rasgos enigmáticos. En “Abies Alba”, somos hipnotizados por su pegajosa caja de ritmo, otorgándole a la pista cierto toque “dance”, incursionado cuerdas, teclados y osciladores, para mutar hacia sonoridades “dark wave”. Mientras que el tema que da nombre al disco, nos conduce por parajes inhóspitos, gracias a sus oscuras distorsiones, cuya ruidosa prolongación está diseñada a transportarnos rumbo al éxtasis.
Sobre percusiones inconexas, flotan ruidosas guitarras y voces ininteligibles en la atmosférica “Unanulaluna (free)”. “Labriegos de nubes”, nos presenta la sonoridad más etérea del álbum, cuyos sonidos gaseosos y ambientales, son capaces de ocasionar sensaciones claustrofóbicas, resumiendo esa confrontación entre el campo y la metrópoli que sus compositores han trazado como una de las columnas para esta obra.  
Los sintetizadores de “Ivvi” se encargan de elevarnos gracias a sus dimensiones astrales, acompañados por una veloz secuencia de caja de ritmo, teniendo como sostén la participación de Rolando Apolo en el bajo. Cierra esta aventura de pop abstracto y atmosférico, la ruidosa “Outro /// Shanay – Timpishka”, un perfecto epílogo para el álbum, donde toda la maquinaria electrónica pareciera confabulada a retorcerse a sí misma en búsqueda de su destrucción.  Un tremendo y enfermizo final para un disco “diferente” en nuestro medio.
Quizás este trabajo no represente un cambio radical en el sonido de Puna, pero sí una mutación hacia parajes sonoros inexplorados, cuyos fragmentos y texturas, nos deja bien en claro que lo mejor aún está por venir.  


RETROSPECTIVA


lunes, 11 de marzo de 2019

EUTANASIA. Y NOSOTROS KÉ? Hasta el Global Colapso 1985 - 2012. Artículo.

EUTANASIA. Y NOSOTROS KÉ? Hasta el Global Colapso 1985 - 2012
PEDRO GRIJALVA
Muki Records
(2019)
Foto: Subterock
En el ocaso de los 80s, cuando tenía entre 13 y 14 años, seguía el programa nocturno de Canal 9, “Esta Noche”, conducido por Gonzalo Rojas, quien después llegaría a ser mi profesor de Periodismo Televisivo en la universidad. Éste se caracterizaba por sus peculiares reportajes. Uno de ellos, dedicado a las “peras escolares”, capturó mi atención al observar a un grupo de rock subterráneo llamado Eutanasia. Según el reportero los colegiales habían asistido al concierto de la banda. Lo que fuera, el sonido crudo y visceral y los gritos encolerizados de su vocalista me marcaron.
Desde aquella primera experiencia con el grupo de Barrios Altos, se convirtió en uno de mis objetivos hallar algunas de sus grabaciones en las “maletas” que poblaban las escaleras y esquina de la Universidad Federico Villareal en la avenida La Colmena, hasta que en enero de 1990 encontré la maqueta “Otro Rock”, un concierto grabado en una calidad más que aceptable, que reunía a gente como Voz Propia, Cardenales, Luxuria, Cadena Perpetua, Eructo Maldonado y por supuesto, Eutanasia, cuyo violento y desgarrador sonido, me resultaba adictivamente lacerante, nadie sonaba como ellos en la escena de aquella época (aún hasta ahora), como algunos críticos han coincidido, su música era  “punk rock peruano”, inédita, nada de Ramones, Pistols, Clash, ni cosas parecidas, sino simplemente un sonido callejero y marginal que sonaba a Lima-Perú.
Foto: Subterock
Su caótica sonoridad resumía el sentir, en mi caso y creo de muchos, de nuestra perspectiva pesimista frente a la situación sociopolítica que nos tocaba vivir en el putrefacto país en que vivíamos, al borde del colapso y sitiado por la violencia. Con el tiempo conseguiría más material de la banda y con el pasar de los años sus respectivas ediciones en CD y vinilo. Ante la escueta información de la banda presentada en la Enciclopedia del Rock Peruano, Eutanasia merecía una reivindicación, y la reciente publicación de Pedro Grijalva sobre la banda, bajo el título de “Eutanasia. Y Nosotros Ké? Hasta el Global Colapso 1985-2012”,  gracias al sello Muki Records, quien hace su debut editorial, lo hace con creces. 
Desde su arribo a nuestras manos, este libro nos dejó boquiabiertos con sus 500 páginas en formato A-4, papel couché (aunque resulta fastidioso protegerlo de mis grasientos dedos) a full color, con un sugestivo diseño, influenciado en fanzines y publicaciones punkekes tanto locales como extranjeras, resulta híper atractivo a la vista, merced a sus collages, yuxtaposiciones y fotografías por doquier, muchas de ellas inéditas, que nos dice mucho del exhaustivo trabajo de investigación realizado para la compilación de abundante material visual.
A partir de su portada, donde el logotipo de la banda más el título de la obra, se observa rodeada de una serie de imágenes que resume el Perú de aquella época, su impacto visual resulta evidente y nos ubica en el contexto que transitó la trayectoria de Eutanasia.
Grijalva toma como punto de partida la aparición del punk rock y su llegada al Perú, así como la primera camada de grupos subterráneos para introducirnos a la explosiva aparición de Eutanasia, a mediados de los 80s, contándonos datos pormenorizados sobre el origen de la banda, su logotipo, los diferentes integrantes que pasaron por la banda, grabaciones, presentaciones, comunas, líos, entredichos, y diversas anécdotas, como sus visitas a la convulsionada Ayacucho, hasta llegar a su disolución y reunión, en boca de sus propios integrantes, donde el autor ha entretejido y compilado esta suma de relatos en trece capítulos, con Martín Roldán en el prólogo.
Así pues, esta generosa biografía nos deja "empachados", gracias a su abundante información, que seguramente dejará totalmente satisfecho al seguidor de la banda, y en donde los editores de la publicación han soltado toda la artillería en pos de una ambiciosa producción. Sin duda, toda una arriesgada empresa que esperamos se vea compensada con la adquisición de los 600 ejemplares impresos, que por su volumen y trabajo visual, se constituye como una obra pocas veces vista en nuestro medio.
Cinco años atrás, caminaba por Quilca, con rumbo a Alfonso Ugarte y fue en ese momento que sentí una especie de Déjà vu o epifanía donde comenzó a sonar en mi mente “Ratas Callejeras”, una de las canciones más emblemáticas de Eutanasia, y es que eso es para mí Eutanasia, la banda sonora (quizás ellos me odien por decir esto) de la Lima que me tocó vivir en mi adolescencia; y este libro nos ayuda a redescubrir y valorar esta agrupación, que como pocas, logró capturar la coyuntura de una sociedad, “que debe ser exterminada aplicándole la Eutanasia”, como tantas veces replica su páginas.  

SEIS ACTOS 2010-2019

Para concluir el año (y nuestra existencia), compartimos los seis artistas que nos dejó el decenio... 6 SAJJRA La obra que Chri...