Juan Nolag es el seudónimo que utiliza el productor
Juancho Esquivel, también tecladista de Catervas, para firmar sus obras sintéticas,
cuya “idea principal es transmitir
musicalmente las sensaciones, percepciones y experiencias que ocurren en diferentes
momentos de la vida de un ser humano”.
Apelando al uso de sintetizadores, para
armonizar bellas pistas de corte “synthwave”, Esquivel presenta a través de su EP,
el primer episodio de una serie de obras que irá editando y que formarán parte
de su proyecto al que denomina "historia de toda una vida".
Foto: Facebook del músico
Echoes es un
trabajo que nos impulsa a deambular por diversos sentimientos, como la
nostalgia o la esperanza. Las enigmáticas sonoridades de su tema inicial, sobre
tensos teclados y rítmicas secuencias, nos trasladan por dramáticas ambientaciones,
de rasgos melancólicos. Más sintetizadores sobrecogedores irrumpen en “Long
Journey”, con espaciales percusiones electrónicas, convirtiéndose en una pieza ideal
para amasarnos el cerebro, transportarnos hacia la estratosfera y conducirnos
hasta un triunfal final.
Más
resonancias espaciales atravesando el firmamento se suceden en “The Ocean
Around”. Luego la fluida electrónica de “First Breathe”, de sonidos densos, nos
introducirá por ambientes más tensos. Finalmente, el retrofuturismo de “Homecoming”,
merced a sus líneas de sintetizador, y pads, de rasgos IDM, nos recuerdan a
actos como los Boards of Canada.
Esta
primera entrega conceptual de Esquivel, nos deja embelesados, pues su música
posee el don hurgar en la memoria nuestros recuerdos de infancia, adolescencia
y ahora de “viejos”, ese placer de visitar el pasado, cuando creíamos en la
utopía futurista.
La
dupla nacional, Cristóbal Pereira (Percusiones) y Alberto Cendra (Sintetizadores
y samplers), Puppies in the Sun, nos presentan su segundo EP en lo que va del
año, nuevamente a través del sello capitalino Buh Records.
En
esta nueva entrega, el dúo reúne tres pistas que exhiben un sonido más orgánico
en relación a las sonoridades etéreas y tribales que presentaban en su anterior
trabajo, dando mayor protagonismo a las percusiones y distorsiones. Tres
instrumentaciones predominan en cada “track”: distorsiones de sintetizador, tambores
y platillos, respectivamente. Los ambientes que recrean siguen siendo
intrigantes y misteriosos, pero sus distorsiones sintéticas, que parecieran
samplers de guitarras, adquieren rasgos más densos, trayéndonos a la memoria a
los inquietantes Sunn o))) y sonidos emparentados con el "drone".
Puppies in the Sun, Cristobal Pereira y Alberto Cendra.Foto:Facebook del dúo.
La
breve “The Church of the Puppies in the Sun”, nos asalta los sentidos con su
maciza sonoridad, soportada por corrosivos sampleos de distorsiones guitarreras,
listas para hacer combustión, teniendo a portentosos arreglos de percusión como
fondo. En “Esto es Puppies in the Sun” sus oscuras y enigmáticas ambientaciones
giran en torno al compacto sonido de la tarola, con distorsiones y osciladores
que se disputan la supremacía del paisaje sonoro, concluyendo con una robotizada
voz replicando “esto es puppies in the Sun”.
Para
el final, la pareja nos prepara una marcha metálica, donde el baterista Cristóbal
Pereira desfoga su euforia contra los platillos, seguida por perturbadoras
ambientaciones, cuasi claustrofóbicas, de rasgos industriales, por momentos
siniestras, sembrando más intriga en el panorama, los intensos teclados que
surgen sobre el final y los estallidos de percusión que cada vez se tornan más
ensordecedores. Este arrebato de furia recibe el nombre de “Unidades Astronómicas”.
A pesar de su corta duración, pues no hubiera gustado disfrutar de más minutos
de música, podemos sentenciar el sonido de Puppies in the Sun en esta ocasión se
presenta más contundente y directo, de frente a la vena sin rodeos, o
divagaciones por paisajes volátiles, un “cachetadón” en primera, como para “madrugarnos”.
Finalmente, nos quedamos con la incógnita respecto al título del registro, ¿acaso alguna referencia a una hermandad secreta de la que forman parte, o nos invitan a ser parte?
Lo
que realiza el bajista Pierre Cueto, a través de su correcta placa debut, Space
Surfer, no es un simple y efectivo acto más de revival “surf-rock”, “garage
rock” o psicodelia, sino agrupa ocho piezas instrumentales de trazos
arriesgados y frenéticos en búsqueda del delirio, que resultan ideales para emprenden
“vuelos” retrofuturistas con vista al mar.
Para
este disco, el bajista reclutó al saxofonista Luciano Cadenas, el otro gran
artífice del sonido del disco, Jack Bastante (Batería y guitarra), y otros
músicos quienes participaron en algunos temas, como Stefano Obregón y Alejandro
Malpartida en las guitarras. La gesta del disco comienza cuando Pierre Cueto
comparte sus registros a Eloy Stomia (Los Stomias), una de las cabezas del
naciente sello Mosquito Records, discográfica avocada a los sonidos 60’s surf y
garage, y éste no duda en editarlo como su primer lanzamiento oficial.
Sobre
Space
Surfer, el sello sentencia: “una
mezcla de sonidos y tiempo, una visión surrealista del surf que cruza la
frontera del surf sesentero hacia estilos propios de los setentas como el punk,
funk y jazz...”
Con
respecto a los “tracks” que conforman el disco, todo empieza con una cresta
vertiginosa de riffs y frenético saxofón dispuestos a sacudirnos el esqueleto,
en la pieza inicial que da nombre al trabajo, cuyas retorcidas cuerdas nos
somete a un ambiente repleto de adrenalina. Siguen las “robustas” guitarras y
saxofones de “Verano Púrpura” que, junto a otras cuerdas de rasgos etéreos,
corrosivos y delirantes arreglos, nos elevan los sesos por las nubes. Con ciertos
toques de jazz experimental prosigue “Tres”, donde transitan solos de saxofón, arreglos
de “wah-wah”, reverberaciones, intrigantes resonancias de guitarras y densos
arreglos de bajo. Un demoledor y áspero
riffs nos captura en “Anubis En La Luna”, abriendo paso para ambientes
volátiles, por donde flotarán sugestivos sonidos de saxofón, con arreglos de
percusión y bajo, alternando roles estelares.
La
desacelerada “Blues Space”, nos propone momentos de relax y confort, donde nuevamente
nos vemos envueltos por las seductoras sonoridades del saxofón, pero luego unos
saturados, ásperos y filosos riffs, nos impulsa hacia la divagación de
pensamientos, donde las guitarras se tornan cada vez más abrasivas y
distorsionadas, alterando el sosiego y llevándonos a la enajenación hasta su
caótico final. Bajo esa enturbiada atmosfera continua la marcha progresiva de “Apocalipsis
Nibiru”, de hipnótico saxo, rítmica percusión y una guitarra que luce más punk
que nunca, logrando ritmos que nos animan a ensayar una danza enferma. Mientras
que volátiles arreglos con el “fuzz” y el “wah wah”, más un narcótico saxofón,
nos acogen en “Reloj Lunar”.
Finalmente,
en “Enki Swing” asoman nuevamente los arreglos de “wah wah”, saxo y percusión,
y algunos rasgos jazz sobre el final, donde Cueto resume las sonoridades expuestas
a lo largo del registro.
La
pintoresca y psicodélica portada del álbum, donde se observa la caricatura de
Pierre surfeando y tocando su bajo, llevando un casco puesto, sobre una gran
ola y en medio de un colorido paisaje, con una asustada sirena y monstruo
marino incluidos, al igual que el diseño tipo cómic para “Pulp Ficition –Surf
Themes” de Los Stomias, son aspectos que parecen englobar el concepto artístico
que el sello desea imponer a sus obras.
Mosquito
Records anuncia el próximo lanzamiento de un registro de una banda extranjera y
el anhelo de fichar nuevas propuestas a nivel nacional e internacional.
Los trujillanos de Verano del 83, acaban de
lanzar el video de “El poder del sol”, el primer single de su próxima producción
que será lanzada en unos meses.
Se trata un simpático clip donde se aprecia a su
compositora creando en solitario las líricas del tema, acompañadas por un
dibujo, para luego buscar al resto de los integrantes de la banda e iniciar un “peregrinaje”
por Otuzco (Provincia de la sierra Liberteña), paralelamente también participan
dos féminas quienes representan una relación que pareciera va más allá de la
amistad.
La nueva composición de los norteños, resulta
fresca y encantadora, pues el sonido protagónico que asume las ensoñadoras cuerdas
del ukele a lo largo del tema, resultan acogedores, transportándonos hacia
ambientes embargados por la inocencia y el sosiego, exhibiendo sonoridades oscilantes
entre el “folk” y el “dream-pop”.
El videoclip fue producido y dirigido por Jairo
Rubén Valdivia Cabello-León, mientras que la producción musical estuvo a cargo
de Anderson Ponte, quien también se encargará del trabajo del segundo disco que,
con tan encantador adelanto, nos deja con la expectativa al tope.
BIO
Conformada por por Miky Bendezú (Guitarra), Hanny
Del Castillo (Voz y segunda guitarra), Diana Ruiz “Derc” (Guitarra, Ukelele y
voz), Christie Muñoz (Bajo), Carlo André Lozano (Batería) y Alisson Vilela
(Teclado), la banda lanzó el año pasado su primer trabajo, “Llévame a Casa”, editado
por el sellointernacional Emma’s House Records de México.
La carrera de Verano del 83, se inicia el
2011, en su natal Trujillo, por el puro anhelo de crear música simple y hermosa,
teniendo su soporte sonoro en las guitarras melódicas de rasgos atmosféricos y
ensoñadores, acompañadas por tiernas letras. La banda cataloga a los estilos
que desarrolla en su música como “’dream-pop’
y ‘twee pop’ fresco y adolescente”. Su carismática propuesta, los ha llevado a
presentarse en sesiones en vivo para la cadena irlandesa BalconyTV (Sucursal
Lima) y ya dos videoclips oficiales han circulado por las redes, como “amigos”
y “Llévame a casa”.
Portada del disco tributo a Silvania, donde participa Verano del 83
Entre los sellos que se han visto embelesados
por el sonido de Verano del 83, están los nacionales de Trilce Discos, quienes
los invitaron a participar en el álbum tributo a Silvania, denominado ‘‘¿Cuánta
distancia hay entre tu alma y el sol?’’ a lanzarse próximamente.
Mientras esperamos el arribo de su segundo
álbum para el siguiente año, vamos disfrutando de toda la ternura que nos deja “El
poder del sol”, como suculento aperitivo.
Las influencias vernaculares, electrónicas y
experimentales de Braigan Vega, Aka Brageiki, lo ha llevado a concebir una
serie de peculiares obras vanguardistas como El Espejo de la Iris
(2014), Wayta (2015) y su nuevo trabajo Tutamanta, no es la
excepción. La simbiosis sonora que ensaya para concebir delirantes texturas,
resulta excepcional. En esta nueva aventura, las cuerdas andinas, como la del
charango, emprenden vuelo sobre etéreas ambientaciones. Logrando que sus
reflexivas sonoridades
consigan efectos purificadores sobre su oyente.
Y es que en esta ocasión pareciera que el músico
del cono norte de Lima, radicado en Ayacucho, ha bosquejado sus piezas para
sacar al oyente de sus vicisitudes mundanas y a través de parajes sonoros de
rasgos andinos y experimentales, ofrecerle solaz.
Unos sigilosos “loops” dan paso a las
bellísimas sonoridades que emanan de su charango en la inicial “Anqasnina”, cuyas
emotivas cuerdas flotan sobre mareas etéreas, con incursiones espontaneas de
quenas. Luego, en “Atardecer para una noche” su respectivo “beat” y percusiones
minimalistas se desplazan sobre enigmáticos teclados, para proseguir con sintetizadores
disonantes que se retuercen sobre ambientaciones de desértico IDM en
“Infrazul”, cuasi ambientando contactos con “seres del tercer tipo”.
En “Pukaray”,
los reconfortantes punteos del charango, embargándonos de nostalgia, son
acompañados por sutiles sintetizadores. Sigue la misteriosa “Luna nueva para el
Perú”, donde una singular instrumentación andina de vientos, apoyada por
efectos sonoros, nos transportan por inhóspitos parajes. Más sonoridades
vernaculares, dispuestas a apaciguar el alma, hacen su aparición en la
relajante “Wayrasqa”, cuyas ambientaciones espaciales nos trasladaran por las
alturas andinas. Mientras que lo más caótico del álbum lo presenta “Recónditos
espacios”, con una serie de irritantes sonidos, logrando momentos de enigmático
y enloquecido ruidismo.
En “Purikuq”,
resonantes acordes y punteos de charango, nos vuelca hacia la añoranza, en
medio de ambientes atmosféricos, donde imperceptibles “feedbacks” hacen su
incursión. Unos sugestivos comentarios sobre sonidos de vanguardia, como la
electrónica versus el rock, se dejan escuchar en “Todo está químicamente
planeado”, sucediéndole de inmediato un inquietante “loop”, con lúdicos
sintetizadores y cajas de ritmo de por medio. Más ecléctica electrónica se
exhibe en la ondulante “Solo cierra el diafragma”, cuyos pads y teclados
resultan hipnóticos.Por esa vertiente
electro, transita la introspectiva “La procesión del tono”, como pista de
cierre, donde nuevamente se unen minimalistas caja de ritmo con intensos
teclados.
Si
bien, Tutamanta parte de sonoridades de rasgos andinos para lograr
efectos catárticos, su electrónico trayecto final, consigue los mismos
resultados. Es un disco que te envuelve y conmueve con sus reconfortantes
ambientaciones, consolidando a Brageiki como uno de los exponentes más notables
de la música de fusión de nuestro medio.
Después
de varios años de silencio, Miguel Uza (Ex Ray-O-Bac e Ipadmorita) vuelve al
ruedo con un trabajo en solitario donde explora a más no poder con las
guitarras, siendo acompañado en los arreglos sonoros por el Astronaut Project y
ex Abrelatas “Kaboogie” (Bajo, guitarra acústica, guitarra eléctrica, mini moog
y coros), el baterista de El Hombre Misterioso, Santiago Pillado-Matheu y su ex
compinche de banda, Zetangas en las guitarras del tema final “Soundcheck #2”,
entre otros músicos, quienes aportaron su respectiva cuota para enriquecer su
experimental registro.
Las
cuerdas se convierten en el personaje principal de la obra de Uza, siendo el
anárquico desfile de guitarras, a lo Sonic Youth, emprendido en la toma
inicial, “CI-7499”, un corolario de ello. Si bien, la pieza por momentos muta
para armonizar una cálida melodía, luego se intercambian silencios con golpes
certeros de percusión y arreglos de distorsión. Prosigue el entusiasta “noise
pop” de “Días de radio”, en medio de una encrucijada de guitarras. Seguidamente,
las guitarras introspectivas e inconexas de “Dan y Nancy” resuenan a través de
su lánguido periplo, transitando sobre ellas el relato “Si me necesitas llámame”
de R. Carver, con arreglos de Uza, Kaboogie y Pillado-Matheu y “narrado” por
Valentín Yhosimoto, donde también incursionan abruptas percusiones, alternando
sonoridades dinámicas con reflexivas.
En la
delirante “Latidos en la sien”, Uza presenta guitarras rítmicas, que conciben ruidos
y melodías de corte más bailable. Luego, sutiles cuerdas de rasgos resonantes
deambulan en medio de feedbacks y melodías nostálgicas en “Lo más cerca de la
paz”, al asomarse “Sin título #2” el panorama se torna un poco más cromático y
alegre, para luego tornarse misterioso con “La teoría de la omisión”, donde Neto
Pérez en las secuencias, mientras que el pop “lo-fi” de “Todo sigue igual” me
recuerda a los queridos Eructo Maldonado, cuyo monologo, cual proclama, se enreda
con un caótico paraje de guitarras.
Finalmente,
los estallidos “noise-pop” de “Imitando a la realidad” saltan en medio de una
atmosfera lánguida, y la extensa “Soundcheck #2 (Bonus track)”, se convierten
en casi quince minutos de improvisaciones, delirios, devaneos, alucinaciones y
visiones guitarreras, donde Uza está secundado por el buen Zetangas.
El
disco, grabado y mezclado entre setiembre de 2017 y marzo de 2018, renueva la
propuesta experimental del músico radicado en Barcelona desde el 2003, sobre
todo en tiempos donde resulta poco probable disfrutar de obras de este corte en
nuestro medio.
¿Cómo
catalogar la música que ensaya TTC?, ¿Ruidos y gritos dispuestos a alterar tu
estado de ánimo?, ¿Sonidos pro-terror o pánico sonoro? O música del inframundo.
Sea lo que fuere, su nueva producción “Wonderful Disasters” reúne nueve
petardos directos al sistema nervioso, donde las desaforadas voces de infarto
en el arranque de “Cheto-Slovakia” realmente suenan espeluznantes y sientan la
base de la obra, así como sus delirantes guitarras de rasgos atmosféricos.
Israel
(Guitarra, voces, efectos, ruidos, juguetes, flauta, samples, sonajes y cuernos
de cabra), Ele (Bajo, voces, guitarra melódica, efectos y ruidos) y Arturo
(Batería) son los tres cómplices que bajo el nombre de The Terrorist Collective
confabulan para crear sendas ambientaciones infernales, donde impera la
violencia, el caos y el desmadre, aunque no todo resulta infernal, pues el trío exhibe en varios episodios del
mismo,sobre todo en los temas
instrumentales, sugestivas dosis de “math rock”, “progre” y psicodelia.
Foto: Facebook/TTC
Las
sombrías ambientaciones de “Madman” resultan pavorosas, aún más los gritos demoniacos
ensayados, concibiendo una atmosfera criptica para esta pieza que pareciera
ideada para un macabro film. Posteriormente unos juguetones teclados de otorgan
un toque más lunático al tema. En “Cult of Cut” nuevamente las voces
desaforadas asoman para flotar sobre una amalgama de guitarras y percusiones
que por momentos practican improvisaciones.
En la
instrumental “Geopolitical Caos”, sus distorsiones, punteos, arreglos e
improvisaciones de guitarras, así como ensordecedores redobles están dispuestos
a partirnos la madre, en una confusa ambientación. Luego una melódica línea de
guitarra, pero de rasgos “embrujados” e hipnóticos, apoyados sobre murallas de “feedbacks”
mutarán hacia ambientes “shoegaze” en la delirante pieza que de nombre al
disco. En medio de todo esto, transita los monólogos de la invitada Fátima,
cuyas liricas fueron compuestas por ella misma de manera espontánea. Continua el
rock garaje de “Phoenicopterus”, la abrasiva “Cretin Child” cuyas portentosas
percusiones, efectos de “delay” y rabiosas voces de ultratumba, nos sacuden de
un lado a otro, para sobre el final entregarnos a guitarras de borrasca.
Para
el tramo final, unos exaltados platillos y el sonido retumbante del gong, nos
generan sobresaltos en la atmosférica “Tornado”, donde se asoman gritos desde
el averno y una embriagadora ambientación que sale disparada como una
aplanadora sin control dirigidas por tétricas cuerdas; audios ininteligibles
preceden a unos áspero riffs, en la portentosa “Posesión Demoníaca”, donde sonajeros
de estaño, transitan a lo largo del corte y sobre el final afloran gritos
demoniacos, en medio de una corrosiva marcha.
En
suma, Wonderful Disasters es un trabajo que resulta apasionante,
cuyos momentos cumbres se sostienen en sus densas combinaciones de gritos, ruidos
y tambores fluyen vertiginosamente. The Terrorist Collective sale bien librado en
su nueva jornada por el averno.