LA PETITE MORT
JAMES
BMG (2014)
Estuvieron por la capital, en su
segunda visita al país, el pasado mes de agosto para ofrecernos un célebre
concierto, presentando su último álbum La Petite Mort, lanzado en junio en
Uk y por estos días en USA. Luego de cuatro años desde sus últimas producciones
(dos Mini-LP), la legendaria banda de Manchester renueva su sonido
zambulléndose en el house y el dance, para sacar a flote un disco de placentero
latigazo pop. Diez melodías perfectas que tienen su origen en la muerte, pues
tanto la madre de Tim Booth como su mejor amigo fallecieron durante su
concepción. Booth y compañía han creado en esta oportunidad arte colorido desde
las profundidades de la pena.
La Petite Mort presenta
la paradoja o la intencionada ambigüedad de abordar lo funesto a ritmo de baile
desenfrenado, escuchándose en cada una de las piezas de la obra, instrumentos
de viento, teclados y sonoridades electrónicas, consolidándose como la columna
vertebral del sonido del álbum. Los
ensayos de James con la electrónica se remiten a los tiempos del Whiplash
(1997) aunque solo en algunos
temas como “Greenpace”, “Go To The Bank” y “Play Dead” y en aquella ocasión se
podría decir lo hicieron de manera algo más abstracta. En esta ocasión la experimentación
con dicha sonoridad sirve para fortalecer el característico sonido pop desarrollado
por el grupo, consiguiendo un disco impecable. El que la formación sea la misma
que la del glorioso Seven, a ello sumada la acertada participación del
productor Max Dingel, seguramente fueron vitales en la obtención de tremendo
resultado.
El impacto emocional con el disco es
inevitable desde su inicio con la marcha ascendente de los teclados de Mark
Hunter, la atractiva voz de Tim, el violín de Saul Davies y la trompeta del
gran Andy Diagram, el gancho perfecto para
quedarnos pegados al disco. Las
sonoridades house de “Curse Curse” se convierten en ideales para la pista de
baile, como para ensayar los epilépticos pasos de Tim, realmente esplendida la
pieza. “Moving On” con su bajo a lo Joy Division, nos sigue dando donde más nos
gusta, el apoteósico sonido de la banda más teclados y trompeta en tonalidades siderales,
estupenda canción. Pero todavía hay más. “Gone Baby Gone” trae al presente un
poco del ya añejo “Madchester”, que a pesar de los años, sigue sonando tan
moderno y fresco a los oídos. El sólido sonido de “Frozen Bitter” servirá de correcta plataforma para la
apreciar la conmovedora voz de Booth. Mientras que sonidos post-punk confluyen
con toques electrónicos en la correcta “Interrogation”. Una
temeraria y reflexiva “Bitter
Virtue” es un ejemplo de la seguidilla de “baladas” experimentales que James
practicará sobre el cierre del álbum con “All My Mind” y “Quicken The Dead”,
presentando los momentos más reposados e introspectivos del trabajo, aunque
también de estructuras y sonidos más arriesgados. Siguiendo por ese modelo esta
la pieza de cierre, “All I’m Saying” aunque más extrovertida que sus
antecesoras.
James sigue
destilando la misma energía y pasión de antaño, cautivándonos con sus
endiosadas melodías, llevándonos con sus letras y musicalidad (en esta ocasión
murallas sinfónicas mezclándose con efectos electrónicos) fácilmente de la
melancolía a la danza. Nuestros admirados mancunianos siguen anunciando al
mundo que están más vivos que nunca con este maravilloso álbum, simplemente siendo
ellos mismos, sin necesidad de ver al resto, de lo mejor de este año.