35
AÑOS ATRÁS
Solo estarían dos o tres
semanas en Norteamérica, sería la primera gira a la tierra de algunos de sus
ídolos, Lou Reed e Iggy Pop, pero existían muchas cosas que estaban minando la
paz interior de Ian Curtis. Un año atrás se le había detectado epilepsia, tras
su primer ataque sufrido en pleno viaje por la autopista luego de un concierto
en Hope And Anchor, éstos fueron
repitiéndose con frecuencia, y los efectos de una abundante medicación comenzó
a alterar su personalidad, interiorizándose un horripilante sentimiento de
culpa, la angustia de no poder darlo todo, su idilio con la belga Annik Honoré,
su fracaso matrimonial, su pequeña bebé Natalie, el deseo de no fallarle a
nadie, su resignación fatalista que lo llevó al suicidio, se plasman en las
líricas de Closer y otros temas que compuso por aquella época, que no son
más que el reflejo de sus miserias al encontrase completamente solo en el
intento de lidiar con ellas. Y los demás integrantes de Joy Division se
encargaron de crear la perfecta banda sonora para la depresiva etapa de su
compositor.
“¡TENEMOS
UNA TUMBA EN LA PORTADA!”
El
7 de abril, Ian Curtis experimentó su primer intento suicida por sobredosis de
medicamentos, pero el 18 de mayo su deseo autodestructivo se consumó al
colgarse en la cocina de la casa que había compartido con su esposa Deborah
tras una discusión con ella, justo un día antes de emprender la gira que los
llevaría por tierras americanas, tras el impacto de la noticia, un horrorizado
Peter Saville, diseñador del arte de portada del nuevo álbum de Joy Division,
exclamó a Tony Wilson, dueño de Factory Records: “¡tenemos una tumba en la portada!” , al comprender que ésta podría
prestarse para el sensacionalismo y el morbo. Al final pareció poco importarle
a Wilson, pues la fúnebre imagen salió de todas maneras.
Rob
Greton, mánager de la banda, había decido conversar con Saville sobre el diseño
de la portada para trabajarlo con anticipación mientras se grababa el disco. Saville
le mostró a la banda una serie de imágenes que lo habían emocionado, las
fotografías de Michael Bernard Pierre Wolff, y se las dejó para que ellos eligieran,
todos señalaron la de la sepultura de Cristo como su favorita para la nueva
producción que se llamaría Closer.
ATROCITY
EXHIBITION
Entre
fines de 1979 e inicios de 1980 Joy Division sonaba como nunca y Ian demostraba
un poder único en el escenario, se apoderaba de él un espíritu especial que “lo ponía en trance y comenzaba a bailar”
de manera singular al compás de la música”… se
iba a otro mundo” según Bernard Sumner (guitarra y sintetizadores). Los de
Manchester dejaron de ser semi-profesionales para convertirse en verdaderos profesionales
y tomar la decisión de dejar por completo sus empleos. El ambiente era
aparentemente el perfecto para el advenimiento del segundo álbum.
Closer, se grabó entre el 18 y 30 de marzo de
1980, en un mejor estudio con mayores
bondades, el Britannia Row de Londres, todos vivían juntos, Curtis lucía más
iluminado que nunca, sus composiciones “brotaban” con naturalidad, ya no existía
aquella lucha pasada por completar una canción. La mano del productor Martin Hannet ya no era tan entrometida, sino eran
los músicos los más animados en aportar al sonido del disco con sus bizarras y
singulares ideas. “Closer se acercó al
sonido que yo quería” sentenciaría Sumner. Pero algunas cosas perturbaban el
alma de Curtis y de las que solo su amante belga, Annik Honoré, y Bernard pudieron
darse cuenta. El compositor experimentaba una “terrible sensación de claustrofobia”, sus líricas eran
autodestructivas, “estaba en medio de un
remolino que se ahogaba y era atraído por ese remolino” confesaría el guitarrista, “estaba muy cansado, callado, cantaba dando la espalda y ponía su
mano en su cabeza o en sus ojos. Les daba la espalda a los demás solo para
estar dentro de sí mismo”, todas estas conductas extrañas se las hizo saber
la belga a Tony Wilson, pero éste lo tomó como una mera pose artística.
Tras
una descompensación en el estado de salud de Curtis a raíz de su epilepsia,
Tony Wilson decidió que la banda debería cumplir con un concierto pactado,
reemplazándolo por Alan Henpsall de
Crispy Ambulance, para que ambos se turnaran, esto no le gustó al público y se
generó una batalla campal en el local, Ian sintió que ya no podía entregar todo
de sí a la banda. Aquella noche la esposa de Wilson, le sugirió llevar a Curtis
a su casa de campo para que goce de un ambiente tranquilo y reposado. Entre el
16 y 17 de mayo de 1980, Ian regresó a la casa de sus padres, y le comunicó a
Bernard que iría a ver a su esposa Deborah,
a quien le pidió detuviera el divorcio pero ésta no quiso, argumentando que él
cambiaría de opinión al día siguiente -pues además de su epilepsia, se cree que
Ian Curtis también era bipolar- entonces la mujer deja la casa a insistencia de
Curtis, quien en medio de su soledad mira una película de Werner Herzog sobre
un músico alemán que va a América donde le abruma la alienación cultural hasta
llegar al suicidio, se pone a escuchar una y otra vez The Idiot de Iggy Pop,
escribe una nota para Deborah y decide ir a la cocina para ahorcarse, su esposa
lo encontraría colgado.
CLOSER
Es
un disco de capas sonoras más etéreas y experimentales que su antecesor,
introduciéndose con mayor plenitud el empleo de sintetizadores y cajas de
ritmos, la idea de la banda no era crear una continuación de Unknown
Pleasures sino un mejor álbum, acorde a sus circunstancias y posibilidades.
“Atrocity
Exhibition” es Curtis describiéndose como la “vedette” al que todos disfrutan y
consumen observándolo como de contorsiona para ellos, trasladándose a otra
dimensión en medio de un enajenado fondo musical producto de sus retorcidas,
lacerantes y desquiciadas guitarras, acompañas por los golpes secos y
espaciales de tambores.
Ian
Curtis había quedado impactado y entusiasmado por el trabajo de Kraftwerk, lo
había señalado como la música del futuro a sus compañeros, y en “Isolation” se
deja sentir esa influencia, donde en medio de un adictivo y dancístico bajo,
transitan hipnóticos ritmos sintéticos y en medio la voz de Curtis pareciera extraída
de ultratumba. En “Passover” acompaña a la desganada voz de Ian, una monótona percusión
y densas guitarras, y éstas adquirirán siniestros matices en la pesadísima “Colony”,
al compás de una batería marcial y un Curtis fantasmagórico y desesperanzado. “A
Means To An End” pondrá fin al primer acto, cuya poderosa base rítmica de bajo
y batería quedaría de legado para futuras obras del post-punk, dark y new wave,
compacta marcha que irá aminorando la velocidad hasta llegar a su fin.
Los
sombríos punteos de bajo y envolventes percusiones de la oscurísima “Heart And Soul” abren la
segunda parte de la obra, donde se yuxtaponen lacerantes guitarras, fantasmales
sintetizadores y la narcótica voz de Curtis, convirtiéndose en todo un viaje
nocturno por en medio de las tinieblas. “Twenty Four Hours” y sus alucinógenas sonoridades
donde su línea de bajo nos llevará al inframundo, con un Ian Curtis dejándose sentir
falto de esperanza, resignado, y ese ambiente fatalista se apoderada en mayor
escala en “The Eternal”, donde sus teclados, sintetizadores y demás
instrumentos parecieran recrear la marcha fúnebre que Curtis emprendería meses
después, su reposada y desolada música paradójicamente resulta hermosa. Finalmente
en “Decades” merced a sus grisáceos sintetizadores, apagados beats y etéreas percusiones,
nos ambientan sensaciones de angustia, donde la voz de Curtis luce cansina y
derrotada. El final estaba anunciado.
Closer
puso musicalmente hace 35 años, iniciando los
80s, la vanguardia a esa década, señalando el camino a seguir con un disco
plagado por un clima de angustia, desolación y contundente tristeza, de
confrontación de uno mismo con sus propios infiernos, de aquellos que no son
cómodos sacarlos a luz. El periodista Simon Reynolds en su libro Postpunk,
concluiría sobre el álbum, “es como estar
dentro de la cabeza de Curtis, sintiendo el terrible arrastre arremolinado de
la depresión terminal”.