Si en The Suburbs, Arcade Fire
encontró en la new wave y el folk, a los aliados perfectos para combinarlos con
su característico sonido, en Reflektor los canadienses agregan a
su paleta sonora, la música disco, el
funk, algo de ambient y sonoridades antillanas, sobre todo centradas en el
tradicional “rara” haitiano, pero a diferencia de los Daft Punk y su RAM,
en donde los franceses reclutaron a genialidades como Nile Rodgers y otros
colaboradores de primera, para lograr con muy buenos resultados su exploración
sónica. AF emprendió su viaje sónico con la colaboración de James Murphy (LCD Soundsystem) en la producción así comoel acostumbrado apoyo de Orson Pallet, uno que otro músico, el genial
David Bowie en coros, pero al fin al cabo aportes muy superficiales, sobre el resultado final, dando ello mayor mérito a este
generoso cuarto álbum, un disco doble de extensos 75
minutos de duración. A pesar de sus bondades, Reflektor nos deja algo confundidos.
Aunque suene interesante toda la
experimentación desarrollada por la banda para esta obra, eso no quiere decir
que estemos ante una obra de arte ni nada por el estilo, pero el resultado es
suficiente para colocarlos entre lo mejor del año que pasó. Más que todo por el
riesgoso paso que dieron los canadienses con este álbum, el cual no es fácil de
dirigir ni aún para los seguidores de AF, aunque no falta por allí algún
fanático disfrazado de crítico de música, quien se atrevió a
proclamarlo como la mejor obra de la banda, comentario por demás exagerado y
quizás víctima de la emoción de estar escuchando una nuevo producción de sus ídolos tras un
par de años de silencio, o tras haber escuchado los espectaculares singles
“Reflektor” y “Afterlife”, se apoderó de este tipo la emoción y no terminó de escuchar detenidamente el resto del
álbum doble.
La primera sensación que me dio
(y sigue dando) Reflektor, es que sobran canciones, algunas
piezas son demasiadas prolongadas, otras intrascendentes e innecesarias como el tema escondido y con el que cierran el segundo disco, “Reflektive Age”, aspectos del álbum que nos deja desconcertados. Qué diferencia con The
Suburbs, en donde cada corte duraba lo justo y necesario, en donde
todos sonaban perfectos. Reflektor repite esa misma sensación
que nos dejó Neon Bible, de ambigüedad, de incertidumbre, no porque hayan
sido malos discos, sino al no darnos una idea clara de hacia dónde irá el futuro
musical de la banda, dividendo la opinión de los seguidores y críticos, en
posiciones muy extremas.
La historia de los álbumes de
Arcade Fire, es cíclica, discos impares como Funeral y The
Suburbs son obras maestras, mientras que los pares Neon Bible y Reflektor,
son obras de transición, de experimentación, por darle una descripción
más generosa a dichas producciones. ¿Qué seguirá más adelante? Realmente
esperamos que siga la secuencia que corresponde, otra obra apoteósica, pues una
nueva producción de características indeterminadas, pondría la credibilidad de
la banda en tela de juicio. Aunque con toda la fanaticada rendida a sus
pies ante cualquier nuevo acto sonoro, les da carta blanca a los AF para hacer lo que les venga en gana.
Algunos elementos que contribuyen
a dejarme desconcertado tras la escucha de Reflektor, es su aparente mal
sonido, como si la mezcla hubiera sido mal hecha, acción quizás realizada
adrede por Murphy, en donde las guitarras lucen estacionadas en la mayoría de
temas, sin ese vértigo de Funeral, salvo algunos chispazos
como en “Here Comes The Night Time”, pianos
desconcertantes, sintetizadores opacando al resto de la instrumentación,
violines que no se oyen casi nunca, haciendo que muchas canciones carezcan de esa dosis de emotividad y melodramatismo que hicieron grandes sus
anteriores obras, otra vez es notoria la falta de himnos para ser coreados voz
en cuello, pero a cambio esta vez Arcade Fire nos ofrecen momentos de intenso baile, no acto
para adolescentes, sino para adultos
ochenteros.
DE HAITÍ A ORFEO
Las ideas no solo musicales sino
estéticas del producto Reflektor, se remontan al primer
viaje que como esposos realizaron Win y Régine a Haití, la tierra natal de la Chassagne, en donde Win quedó cautivado
con el arte y la cultura del país antillano, declarando al respecto: “Ir a Haití por primera vez con Régine fue el
comienzo de un gran cambio en la forma en la que pensaba acerca del mundo. Generalmente,
creo que tienes la mayor parte de tus influencias musicales bloqueadas cuando
tienes 16. Había una banda que [siento que] me cambio musicalmente, realmente
me abrió a esta gran, enorme cantidad de cultura e influencias a las cuales no
había estado expuesto antes, lo que fue realmente un cambio en mi vida”.
Win y
Régine se sintieron inspirados en incorporar a su nuevo material musical, elementos de la “rara” haitiana, música
folklórica que es ejecutada en medio de procesiones callejeras, a ello agregaron también influencias jamaiquinas. Tras la salida de Reflektor, Win Butler
explicaría “no es como si nuestra banda
estuviese tratando de tocar música haitiana. Simplemente sentí que nos abrimos
a una nueva influencia. Bob Marley probablemente sintió lo mismo la primera vez
que escuchó a Curtis Mayfield”.
Otras fuentes de inspiración
fueron la película de coproducción brasilera, italiana y francesa de 1959 “Orfeo Negro”, la cual también
fascinó a Win y el ensayo “The Present Age” del danés Søren Kierkegaard
del siglo XIX.
Aparentemente teniendo las ideas claras para su
nueva propuesta musical, los Arcade Fire comenzaron a grabar en
Lusisiana en el 2011, para luego trasladarse a Jamaica al siguiente año con el
productor Markus Dravs, otro colaborador de la banda.
DE LA GUERRILLA URBANA AL SHOWBUSINESS (Eso que llaman “Marketing”)
La
campaña de posicionamiento de la “marca” Reflektor, estuvo inspirada en
dibujos haitianos “veve” y comenzó cuando distintas ciudades del mundo
amanecieron con la inscripción de un logo críptico con la palabra “reflektor”,
semejante a un grafiti de arte urbano. Estas acciones generaron que un seguidor
de la banda se atreva a preguntarles a través del twitter si todo esto se
trataba del lanzamiento del nuevo álbum, los Arcade Fire contestarían
afirmativo. La estrategia a usar era el marketing de guerrilla. Pero no a todos le
caería bien la táctica de los canadienses para el alumbramiento de su nuevo
vástago sónico, pues los dueños de algunas paredes “grafiteadas” manifestaron su fastidio por las pintas, la
banda pediría las disculpas del caso, manifestando que inicialmente la idea era
utilizar tiza en lugar de pinturas de aerosol.
El 26
de agosto, en un gran mural en un edificio del centro de Manhattan, aparecen
símbolos y las palabras “Arcade Fire 9pm 9/9”. En referencia a la fecha 9 de septiembre, ese
día se lanzaría dos videos para el primer sencillo, “Reflektor” y la venta de
su respectivo single, acreditado a la ficticia banda The Reflektors. Ese mismo
día se reveló la portada del nuevo álbum, arte inspirado en la imagen de la
escultura de Orfeo y Eurídice, de Auguste Rodin.
El 2
de septiembre, un breve clip de apenas 15 segundos de duración emitido a través
de Spotify, titulado “9pm 9/9”, anunciaba la aparición del nuevo álbum, pero no
dejándonos pista alguna sobre el sonido del mismo. Volviendo al 9 de
septiembre, la banda anunció un show secreto, bajo el nombre de “The Reflektor”
a las 9 p.m, a 9 dólares la entrada, en el Montreal’s Salsathéque Club. El 28 de ese mes, la banda se presentó
en Saturday Night Live, en un concierto especial de 30 minutos,
transmitido por la cadena NBC, que contó con las apariciones de Bono, Ben
Stiller, James Franco, Michael Cera y Zach Galifianakis, estrenando tres
canciones, “Here Comes The Night Time”, “We Exist” y “Normal Person”.
El 11 de
octubre, la banda lanzaría un video teaser con treinta segundos de la canción
“Awful Sound (Oh Eurydice)”, haciéndonos especular si el ambient sería otro
estilo a explorar en la nueva producción. El 21 de octubre se publicaría la
canción “afterlife”, acompañada de imágenes de la antes mencionada película de
1959 Orfeo
Negro, de Marcel Camus. Ese mismo día fue presentada en el programa The
Colbert Report, junto con “Normal Person”. Pero la cereza que terminaría de
adornar el pastel mediático, sería su presentación al aire libre en las afueras
de Capital Studios, el 29 de octubre, apenas lanzado el álbum, con un público peculiarmente uniformado para
la ocasión (mira el video del concierto completo más abajo).
REFLEKTOR (2013)
El 28
de octubre salió a las calles, el tan esperado cuarto álbum, extenso disco
doble que deja más dudas que elogios,
pues las buenas ideas planteadas lucen inconclusas, desorientadas, terminadas a
medias, innecesarios temas escondidos e interludio, así como otros tracks
prescindibles, a los que no encontramos razón de ser, nos deja un sinsabor
amargo, tras haber probado manjares como “Reflektor”, “Afterlife” o “Here Comes The Night Time”, aunque
justamente lo meritorio sea el que los Arcade Fire, fieles a su estirpe
experimental, asumieran el riesgo de perder su cómodo sitial de banda
consagrada, o con el respaldo de ella, de crear la música que su albedrío musical les permite,
sin importarles las consecuencias.
Mostrándose radicales en el sentido de mandar al diablo sus pergaminos, de
lograr un disco que al escucharlo no sabemos qué diablos quieren hacer, pero
igual nos terminan cautivando, de crear un disco sin un orden o estructura
definida, sin una identidad clara. De audición abstracta, pero que exhibe a
unos Arcade fire que conservan ese ideal de renovarse conforme avanzan sus
álbumes, no al grado que quisiéramos o esperaríamos, pero quizás a ello haya
contribuido las altísimas expectativas que tuvimos con esta ansiada obra. De
repente endiosamos en demasía a los canadienses.
Escrudiñemos
el primer disco. El lado más eufórico y desenfrenado, se inicia con el single “Reflektor”,
una canción pop-art y festiva a más no poder, en donde Win y Régine intercalan roles en el canto, y la
fémina se da maña para dar algunos seductores susurros en francés, en medio de
ambientes que transitan entre lo tenso, lo frenético y lo estridente, dominado por los sintetizadores
y sobre el final por un falso de piano y el acompañamiento de Bowie en las
voces. Son más de siete minutos de delirante baile, que vale la pena
disfrutarlos con el cuerpo. “We exist” es el tema que posee más guitarras, y su
penetrante bajo se encarga de orientar el resto de sonoridades de aires finales
de los 70s. Sigue “Flashbulb Eyes” cuya mezcla de ritmos reggae y “rara”
haitiana, la hacen lucir genial, la pieza es matizada con sonidos de sintetizadores
y programaciones, que terminan sucumbiendo ante su desconcertante final, pero
parece tratarse de un bucle para dar paso al desenfrenado y pegadizo ritmo de
las guitarras y percusiones de “Here Comes The Night”, que luego baja en
revoluciones para embelesarnos con sus apaciguadas percusiones haitianas, así
nos tienen un par de minutos (que si hubieran sido menos, sería lo óptimo)
hasta que sorpresivamente nos sacan de cuadro, con el desenfrenado sonido inicial.
Caóticos sonidos de una “garage band” enchufando sus instrumentos, dan paso al ambiguo
rock’n’roll de “Normal Person”, la anárquica
atmosfera sónica se mantendrá hasta el final, para luego desvanecerse ante los
primeros acordes con guiños setenteros de “You Already Now”, pero
conforme avanza la pieza, también cronológicamente se orienta hacia el pop
ochentero, para ir mutando y transformándose hacia impredecibles estilos.
El hardcore-punk inicial
de “Joan Of Arc”, es un letal puñetazo para cualquier fan de la banda, pues no
se les conocía esa faceta, pero ese aporreo de sonidos se esfumará rápidamente hacia
bizarras melodías punkies-new wave y Régine cantándonos otra vez en francés en
algunos parajes del tema, con un prescindible bonus track, que se prolonga en
el segundo disco.
El lado elegiaco de Reflektor , influenciado en la
mitología griega y sus temas de éxtasis, abrupta separación y el encuentro
final de los amantes Eurídice, una ninfa y el músico Orfeo, es aperturado por
la sombría, peculiar y rara “Here Comes The Night Time II”, pero que no aporta
nada del otro mundo, por ese mismo clima transita los pocos convincentes arreglos de
percusión y cuerdas iniciales de “Awful Sound (Oh Euridice)”, que luego se esparcirán
para dar pase a extraordinarias sonoridades ambient, sostenidas por una pequeña
sinfonía de teclados y guitarra acústica, otro tema inusual y pretencioso.
La portentosa batería y el
efectivo acompañamiento del bajo y la guitarra, de la densa “It’s Never Over
(Hey Orpheus)” son esplendidos, pero
nuevamente por ese deseo consciente o inconsciente de sonar pretenciosos, los
Arcade Fire hacen que la canción se pierda a causa de su innecesaria
prolongación, que su cautivamente ritmo inicial finalmente se termine divagando
sin rumbo. Me quemaron el pan en la puerta del horno. La minimalista y
primitiva electrónica de “Porno” y su oscuros teclados, hubiera quedado mejor
con pocos minutos, nuevamente los canadienses extienden por gusto su pieza
hasta volverla intrascendente, pero felizmente existe “Afterlife”, con su coqueta melodía electrónica
–funk, apoteósica pieza musical dispuesta
a esclavizarnos corporalmente gracias a sus contagiantes ritmos. La calma
electrónica de la ambient “Supersymmentry”,
decorada por el bello dúo de voces de los Butler, se convierte en un colofón
sónico de todo el álbum, cierra el segundo disco, pero otra vez los Arcade Fire
vuelven a pecar de pretenciosos al
extenderla con el bonus “Reflektive Age”. Como te habrás dado cuenta el segundo
acto me resulta poco convincente.
Sonar a Kraftwerk
combinado con Chic y los Talking Heads, es una tarea harto compleja,
pretenciosa que quizás pocos se atreverían hacer, y ya eso es meritorio en
Arcade Fire. La temática del álbum, no está en cuestión sino su resultado
musical, difícil de dirigir, pero es justamente en esa atmosfera enrarecida que
puebla sus cortes, la que la vuelva atractiva. Un
disco atípico, extraño, que quizás solo nos deje tres temas para el recuerdo y el resto para el olvido de los fans
de Arcade Fire, pero que sí pueden dar testimonio de una banda que está dispuesta a ir más
allá de sus posibilidades sin impórtales el qué dirán, la grandilocuencia y la multinstrumentación del pasado, ha cedido su lugar a la experimentación, simplemente
teniendo eso que llaman “actitud”. Sus próximas presentaciones están a la vuelta de la esquina, sus fanáticos que los esperan casi una década, no creo que se vayan muy contentos con un set poblado por Reflektor, por más que les haya gustado el álbum.