"No soy Kurt Cobain" |
MORNING PHASE
BECK
Capitol Records (2014)
La existencia de Ben Hasen dentro de mi mundo sonoro había pasado
desapercibida desde los lejanos tiempos del Sea Change (2002) o
épocas más remotas como la de su joya noventera Odeley
(1997). ¿Quién es Ben Hansen? El creador de uno de los mayores megahits de la
historia pop, “Loser”, ¿ya te acordaste? Exacto, se trata de Beck, que este 2014
está de vuelta con Morning Phase su primer disco en seis años, donde exhibe un
sonido que oscila entre el folk, country y lo etéreo, logrando ambientar una increíble
atmosfera intimista.
Además de su sorprendente álbum retorno, Beck terminó por captar
nuevamente mi atención, gracias a su apoteósica presentación en el reciente
festival de Coachella, iniciando su show con las demoledoras “Devil’s Haircut” y
“Loser”, haciéndome revivir aquellos felices momentos noventeros, renovando mi
romance con su singular música. Pero volviendo a Morning Phase, este no
tiene nada que ver con el estilo desarrollado por Beck en los noventas, sino
como él mismo lo ha manifestado, es una prolongación o “acompañante” de Sea
Change, donde ensoñadoras capas de folk son decoradas por arreglos
orquestales, que sirven como el fondo musical perfecto para sus melancólicas y
taciturnas liricas, quizás influenciadas por la para forzada que sufrió a raíz
de una lesión en la espalda, tiempo que aprovechó para reflexionar sobre un
mundo en decadencia y desarrollar sonidos tan introspectivos y sombríos.
BEK DAVID CAMPBELL=BECK HANSEN=BECK
Bek David Campbell nace el 8 de Julio de 1970 en Los
Ángeles, California. Hijo del músico de blues, director y arreglista orquestal
David Campbell y la artista visual, Bibbe Hansen quien fue miembro activa del
movimiento de Andy Warhol. Sus padres se separan cuando él tenía 10 años de
edad, quedándose con su madre y hermano en L.A. al marcharse de su casa para
iniciar “su vida”, reemplaza su apellido paterno por el materno y le agrega una
“c” a su nombre. Siendo un adolescente, Beck se vuelve un músico callejero, con
apenas 19 años se marcha a New York, donde vive publicando folletos de poesía
underground y se une al movimiento anti-folk. Todo este bagaje cultural lo
vuelca hacia sonoridades punk-rock y hip-hop, creando alucinantes collages sonoros,
siendo testigos de sus primeros atrevimientos musicales, lugares como el Raji’s, Al’s Bar o Jabberjaw. Beck había
producido para esa época una regular cantidad de demos, inspirados en sus
fracasos laborales, chicas o cualquier cosa que emprendiera, experiencias que
se plasmarían en su éxito “Loser”, en donde además exhibiría su español
malhablado, adquirido de sus tratos con amistades de origen latino.
De vuelta en Los Ángeles, Beck busca hacerse un nombre dentro de la
escena tocando en diferentes bares, es así que Margaret Mittleman de BMG lo
llega a descubrir y lo pone en contacto con la gente del sello Bongload, quien
a su vez le asigna a Karl Stephenson como productor, trabajando el tema
“Loser”. El éxito sería inmediato y la transnacional Geffen Records lo
ficharía, lanzando Mellow Gold. El resto de la historia ya es conocida.
ANTES DE LA FASE MAÑANA
Los orígenes del Morning Phase, se remonta al 2005
cuando el músico empezó a grabar material para un futuro álbum en Nashville,
pero éste estuvo flotando por allí durante un par de años hasta que en el 2012 Beck
retomó al proyecto, lanzando dos singles: “I Just Started Hating Some People
Today” y “Blue Randy”. De esas sesiones saldrían
“Blackbird Chain”, “Country Down” y
“Waking Light”. Comenzando el 2013, la estancia en su natal Los Ángeles,
le serviría de inspiración para componer y grabar más temas, además de contar
con el apoyo de su padre David Campbell, en los arreglos orquestales, quien ya
lo había hecho en Sea Change. Se cuenta que
Beck demoraría tres días en terminar el álbum; se sabe también que algunas de
las sesiones fueron grabadas en la casa de Jack White.
Presentado como un “compañero” de Sea Change, Morning Phase guarda
mucha relación con el disco del 2002, por ejemplo se ha agrupado nuevamente a
casi la misma formación que participaron en esa jornada, así como el mostrarnos
un sonido cálido pero a la vez triste, y es que el primero de ellos estuvo
influenciado en una época difícil para Hansen, la de su divorcio, y en esta
nueva, tras su periodo prolongado de discapacidad para a ofrecer shows. Es así
que las sonoridades acústicas, ralentizadas y de gran carga emocional del
disco, son testimonio de aquella etapa, dejando de lado la disparidad musical tan
característica de su obra, así las liricas absurdas. Ahora siguiendo con su
estirpe camaleónica, Beck retorna a aquel sonido intimista y desnudo, aunque no
tan sombrío del Sea Change, sino irradiando algo de luminosidad etérea en esta
ocasión, pues el momento del escapar del aislamiento había llegado, el iniciar
un nuevo amanecer, dejando que la luz del sol ingrese por la ventana y descomponiendo
sus partes a través de los trece temas que forman el disco.
MORNING PHASE
Algunas canciones del álbum nos
remiten a Nick Drake y a lo
realizado por otros íconos durante los 60s como The Beatles (en Abbey Road), Byrds o Simon & Garfunkel, ofreciendo un sonido
que ofrece una sensación de desamparo y soledad, merced a su intensidad
acústica, a pesar de los arreglos orquestales –que si bien no acaparan la
atención, sí incorporan elegantes fondos musicales-donde la voz de Beck, suena lejana
y con eco, envuelta en melodías de añeja psicodelia. Morning Phase suena
mágico, ensoñador, de serenidad inquietante, donde cada canción es una
invitación a escuchar la siguiente, sobresaliendo “Morning” y “Wave”, cuya
música se convierte en un perfecto soundtrack para apreciar cuando los primeros
rayos del sol caen sobre la naturaleza.
La majestuosidad sonora de la breve e instrumental “Cycle” es tan apoteósica
como cuando rompe el alba,
dándonos una idea clara de hacia dónde irá la música del álbum. De inmediato sin pestañar sigue otra joya, la
preciosa “Morning”, es Beck sacudiéndose de la pereza para ponerse de pie,
abrir las cortinas y dejar que la luz del sol ingrese a la habitación, dicha escena es dibujada por las guitarras
acústicas, ligeras reverberaciones, piano, sintetizadores y la voz de Hansen
por todo lo alto. La delicada “Heart Is
A Drum” luego de un reposado inicio, va aumentando en revoluciones de
sonoridades etéreas, otra maravilla de
tema. En “Say Goodbye”, el músico exhibe de manera sencilla, su lado folk, matizándolo
con efectos que vienen y van, llegando a coquetear con la psicodelia. “Blue Moon”
es una canción que a pesar de su apesadumbrada lirica, resulta delicadísima,
cuya sonoridad blusera y psicodélica gira en espiral, sonando por momentos
espacial. Otro gran tema del disco. En “Unforgiven”,
David Campbell presenta peculiares y envolventes arreglos sinfónicos para que
la voz de Beck transite a melancólico placer.
La segunda parte del disco se inaugura con la impresionante y épica “Wave”,
retomando sonoridades de la pieza instrumental inicial, alcanzando la voz de Beck niveles imponentes, emergiendo
por sobre los arreglos de cuerdas, llegando esa unión de voces y arreglos
orquestales a otorgarnos momentos por demás emotivos. Ese melodrama sonoro se semeja por momentos a un mantra religioso. La guitarra acústica de “Don’t
Let It Go” prosigue con ese clima de tranquilidad impuesto para este álbum, por
esa misma senda va “Blackbird Chain” y sus atmosferas “beatles”. La
instrumental “Phase” y su magistral orquestación nos lleva al cielo, mientras
que en “Turn Away” la sonoridad del tema anterior se va desvaneciéndose para
irrumpir envolventes sonidos a lo Simon & Garfunkel,
logrando una belleza elemental, colocándose como la mejor muestra cuando nos referíamos
a folk-etéreo. La pedal steel y la armónica en “Country Down” se encargan de dibujar cálidos paisajes. Finalmente la
espacial “Walking Ligth” pone un inmejorable epilogo para esta gran obra.
Beck en Coachella |
Morning Phase es un disco que de
manera tranquila, plácida y pausada, asimila la adversidad para confiar en el
futuro de un nuevo día, donde la melancolía luce relajada y resignada, cuya
tristeza no deprime, y su belleza radica en su delicado equilibrio sonoro, no
en vano Beck declara en sus primeras palabras “Me desperté esta mañana.
Encontré una luz de amor en la tormenta”.
Estamos pues ante un trabajo
homogéneo que a pesar de no moverse por ningún instante del curso planteado
desde el principio a lo largo de sus 47 minutos de duración, las canciones
fluyen de manera impecable. Un segundo disco ha sido anunciado también para
este año así que estaremos a la espera y ver si Beck retorna a su variopinta
sonoridad.
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