sábado, 16 de agosto de 2014

MORNING PHASE: UN NUEVO AMANECER PARA BECK


"No soy Kurt Cobain"

MORNING PHASE
BECK
Capitol Records (2014)
La existencia de Ben Hasen dentro de mi mundo sonoro había pasado desapercibida desde los lejanos tiempos del  Sea Change (2002) o épocas más remotas como la de su joya noventera Odeley (1997). ¿Quién es Ben Hansen? El creador de uno de los mayores megahits de la historia pop, “Loser”, ¿ya te acordaste? Exacto, se trata de Beck, que este 2014 está de vuelta con Morning Phase su primer disco en seis años, donde exhibe un sonido que oscila entre el folk, country  y lo etéreo, logrando ambientar una increíble atmosfera intimista.
Además de su sorprendente álbum retorno, Beck terminó por captar nuevamente mi atención, gracias a su apoteósica presentación en el reciente festival de Coachella, iniciando su show  con las demoledoras “Devil’s Haircut” y “Loser”, haciéndome revivir aquellos felices momentos noventeros, renovando mi romance con su singular música. Pero volviendo a Morning Phase, este no tiene nada que ver con el estilo desarrollado por Beck en los noventas, sino como él mismo lo ha manifestado, es una prolongación o “acompañante” de Sea Change, donde ensoñadoras capas de folk son decoradas por arreglos orquestales, que sirven como el fondo musical perfecto para sus melancólicas y taciturnas liricas, quizás influenciadas por la para forzada que sufrió a raíz de una lesión en la espalda, tiempo que aprovechó para reflexionar sobre un mundo en decadencia y desarrollar sonidos tan introspectivos y sombríos.
BEK DAVID CAMPBELL=BECK HANSEN=BECK
Bek David Campbell nace el 8 de Julio de 1970 en Los Ángeles, California. Hijo del músico de blues, director y arreglista orquestal David Campbell y la artista visual, Bibbe Hansen quien fue miembro activa del movimiento de Andy Warhol. Sus padres se separan cuando él tenía 10 años de edad, quedándose con su madre y hermano en L.A. al marcharse de su casa para iniciar “su vida”, reemplaza su apellido paterno por el materno y le agrega una “c” a su nombre. Siendo un adolescente, Beck se vuelve un músico callejero, con apenas 19 años se marcha a New York, donde vive publicando folletos de poesía underground y se une al movimiento anti-folk. Todo este bagaje cultural lo vuelca hacia sonoridades punk-rock y hip-hop, creando alucinantes collages sonoros, siendo testigos de sus primeros atrevimientos musicales, lugares como  el Raji’s, Al’s Bar o Jabberjaw. Beck había producido para esa época una regular cantidad de demos, inspirados en sus fracasos laborales, chicas o cualquier cosa que emprendiera, experiencias que se plasmarían en su éxito “Loser”, en donde además exhibiría su español malhablado, adquirido de sus tratos con amistades de origen latino.
De vuelta en Los Ángeles, Beck busca hacerse un nombre dentro de la escena tocando en diferentes bares, es así que Margaret Mittleman de BMG lo llega a descubrir y lo pone en contacto con la gente del sello Bongload, quien a su vez le asigna a Karl Stephenson como productor, trabajando el tema “Loser”. El éxito sería inmediato y la transnacional Geffen Records lo ficharía, lanzando Mellow Gold. El resto de la historia ya es conocida.     
ANTES DE LA FASE MAÑANA
Los orígenes del Morning Phase, se remonta al 2005 cuando el músico empezó a grabar material para un futuro álbum en Nashville, pero éste estuvo flotando por allí durante un par de años hasta que en el 2012 Beck retomó al proyecto, lanzando dos singles: “I Just Started Hating Some People Today” y “Blue Randy”. De esas sesiones saldrían “Blackbird  Chain”, “Country Down” y “Waking Light”. Comenzando el 2013, la estancia en su natal Los Ángeles, le serviría de inspiración para componer y grabar más temas, además de contar con el apoyo de su padre David Campbell, en los arreglos orquestales, quien ya lo había hecho en Sea Change.  Se cuenta que Beck demoraría tres días en terminar el álbum; se sabe también que algunas de las sesiones fueron grabadas en la casa de Jack White.    
Presentado como un “compañero” de Sea Change, Morning Phase guarda mucha relación con el disco del 2002, por ejemplo se ha agrupado nuevamente a casi la misma formación que participaron en esa jornada, así como el mostrarnos un sonido cálido pero a la vez triste, y es que el primero de ellos estuvo influenciado en una época difícil para Hansen, la de su divorcio, y en esta nueva, tras su periodo prolongado de discapacidad para a ofrecer shows. Es así que las sonoridades acústicas, ralentizadas y de gran carga emocional del disco, son testimonio de aquella etapa, dejando de lado la disparidad musical tan característica de su obra, así las liricas absurdas. Ahora siguiendo con su estirpe camaleónica, Beck retorna a aquel sonido intimista y desnudo, aunque no tan sombrío del Sea Change, sino irradiando algo de luminosidad etérea en esta ocasión, pues el momento del escapar del aislamiento había llegado, el iniciar un nuevo amanecer, dejando que la luz del sol ingrese por la ventana y descomponiendo sus partes a través de los trece temas que forman el disco.
MORNING PHASE
Algunas canciones del álbum nos remiten a Nick Drake y  a lo realizado por otros íconos durante los 60s como The Beatles (en Abbey Road), Byrds o Simon & Garfunkel, ofreciendo un sonido que ofrece una sensación de desamparo y soledad, merced a su intensidad acústica, a pesar de los arreglos orquestales –que si bien no acaparan la atención, sí incorporan elegantes fondos musicales-donde la voz de Beck, suena lejana y con eco, envuelta en melodías de añeja psicodelia. Morning Phase suena mágico, ensoñador, de serenidad inquietante, donde cada canción es una invitación a escuchar la siguiente, sobresaliendo “Morning” y “Wave”, cuya música se convierte en un perfecto soundtrack para apreciar cuando los primeros rayos del sol caen sobre la naturaleza.
La majestuosidad sonora de la breve e instrumental “Cycle” es tan apoteósica como cuando rompe el alba, dándonos una idea clara de hacia dónde irá la música del álbum.  De inmediato sin pestañar sigue otra joya, la preciosa “Morning”, es Beck sacudiéndose de la pereza para ponerse de pie, abrir las cortinas y dejar que la luz del sol ingrese a la habitación,  dicha escena es dibujada por las guitarras acústicas, ligeras reverberaciones, piano, sintetizadores y la voz de Hansen por todo lo alto.  La delicada “Heart Is A Drum” luego de un reposado inicio, va aumentando en revoluciones de sonoridades etéreas,  otra maravilla de tema. En “Say Goodbye”, el músico exhibe de manera sencilla, su lado folk, matizándolo con efectos que vienen y van, llegando a coquetear con la psicodelia.   “Blue Moon” es una canción que a pesar de su apesadumbrada lirica, resulta delicadísima, cuya sonoridad blusera y psicodélica gira en espiral, sonando por momentos espacial. Otro gran tema del disco.  En “Unforgiven”, David Campbell presenta peculiares y envolventes arreglos sinfónicos para que la voz de Beck transite  a melancólico placer.
La segunda parte del disco se inaugura con la impresionante y épica “Wave”, retomando sonoridades de la pieza instrumental inicial,  alcanzando la voz de Beck niveles imponentes, emergiendo por sobre los arreglos de cuerdas, llegando esa unión de voces y arreglos orquestales a otorgarnos momentos por demás emotivos. Ese melodrama sonoro se  semeja por momentos a un mantra religioso. La guitarra acústica de “Don’t Let It Go” prosigue con ese clima de tranquilidad impuesto para este álbum, por esa misma senda va “Blackbird Chain” y sus atmosferas “beatles”.   La instrumental “Phase” y su magistral orquestación nos lleva al cielo, mientras que en “Turn Away” la sonoridad del tema anterior se va desvaneciéndose para irrumpir envolventes sonidos a lo Simon &  Garfunkel, logrando una belleza elemental, colocándose como la mejor muestra cuando nos referíamos a folk-etéreo. La pedal steel y la armónica en “Country Down” se encargan de  dibujar cálidos paisajes. Finalmente la espacial “Walking Ligth” pone un inmejorable epilogo para esta gran obra.
Beck en Coachella
Morning Phase es un disco que de manera tranquila, plácida y pausada, asimila la adversidad para confiar en el futuro de un nuevo día, donde la melancolía luce relajada y resignada, cuya tristeza no deprime, y su belleza radica en su delicado equilibrio sonoro, no en vano Beck declara en sus primeras palabras “Me desperté esta mañana. Encontré una luz de amor en la tormenta”.
Estamos pues ante un trabajo homogéneo que a pesar de no moverse por ningún instante del curso planteado desde el principio a lo largo de sus 47 minutos de duración, las canciones fluyen de manera impecable. Un segundo disco ha sido anunciado también para este año así que estaremos a la espera y ver si Beck retorna a su variopinta sonoridad. 
 

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