CULTURE OF VOLUME
EAST INDIA YOUTH
XL RECORDING
(2015)
Cuando William Doyle exterminó Doyle & The
Fourfathers también se alejó de las guitarras para refugiarse a un teclado
portátil y ensayar durante horas nuevos sonidos, presentándose bajo un renovado
nombre, East India Youth, y presentarnos el 2014 el mejor álbum debut que haya
salido del Reino Unido, Total Strife Forever, ganador del barclaycard Mercury Prize, donde el músico exploró con versátiles sonoridades
electrónicas, creando sonidos atmosféricos, siniestros y futuristas, logrando
piezas para la relajación “ambient”, de influencias Eno, así como otras para la
pistas de baile, donde confluía lo espacial con lo íntimo.
Toda aquella experimentación con sintetizadores
y percusiones programadas resultó hipnótica y nos dejó en latente espera con
respecto a lo que el inglés podría ofrecernos a futuro. Casi un año después
Doyle nos entrega Culture Of Volume, lanzado el pasado 6 de abril a través de su nuevo
sello, XL Recording.
Al igual que su anterior trabajo, el disco fue
grabado y producido por el propio músico en su hogar de Londres, que a decir de
sus liricas “el resultado no era lo que
estaba en mente en un comienzo”, ¿cuál habría sido el planteamiento inicial
del proyecto? Solo su creador lo sabe, pues en este nuevo álbum Doyle se apoya mayormente en sonidos más discotequeros y frenéticos, sostenidos por un sinfín de murallas
de ruidos electrónicos, pero que en medio de ellas siempre sobresale la
cristalina, cálida y por momentos angelical voz de “niño bueno” de su compositor,
la compañera ideal para ser más atrayente su propuesta musical.
En Culture Of Volume la
electrónica se colude con lo sombrío a través de ritmos propios de clubes
techno para conducirnos por las sendas del delirio, pero para nada embargados
por la frivolidad y lo profano sino a través de sus liricas atacarnos de
nostalgia, mostrándonos sentimientos descorazonados y luminosos como en “Carrousel”,
en medio de tanto sintetizador embriagador. COV cuya portada se asemeja a la de anuario de escuela
secundaria, pareciera un tributo a los héroes de la vanguardia art-electro-pop:
Warhol, Eno, Pet Shop Boys y Bowie.
El álbum se inicia con la
instrumental “The Juddering” cuyas aplastantes y ensordecedoras secuencias
cíclicas de abstractos ruidos electrónicos van alterando nuestros sentidos, toda
esa maciza sonoridad irá mutando hacia
sonidos de densos teclados que terminará
por transformarse en unos golpes “poperos” de piano que se entrelazarán con
percusiones y beats atemporales en “End Result”, creando seductores ambientes
de intriga y suspenso. Sintetizadores con el volumen al tope y otras
herramientas electrónicas nos llevan hacia el frenetismo “trance” en “Beaming
White”, ocasionando sensaciones psicodélicas teniendo en medio la interpretación
delicada y cándida de Doyle, tema que exhibe claras influencias Pet Shop Boys.
El promocionado single “Turn
Away”, nos atrapa y conduce hacia sutiles atmósferas gracias a su confortable
“suavidad” electrónica, que se irá convirtiendo en ambientaciones futuristas y
espaciales. Doyle sabe cómo hipnotizarnos y en “Hearts That Never” saca todo el
arsenal, pues sus palpitantes y acelerados beats sirven de plataforma perfecta para
que se desplacen sus avasalladores sonidos computarizados que irán moliendo
nuestro sentidos entregándonos hacia el frenesí, en donde la “tierna” voz del
artista trata de “ablandar” en algo
tanta rudeza dancística, que por un momento cambiará hacia sonoridades
minimalistas pero que cuando menos lo pensamos el músico vuelve a hacernos “despegar”
con sus artilugios “electro”, construyendo con toda esa amalgama de sonidos
electrónicos seis extensos minutos de éxtasis “dance”. Sin darnos cuenta
ingresa “Enterity”, más flagelación de instrumentación electrónica para el
cuerpo, simple y efectiva, que por momentos nos dará treguas con sonoridades
“ambient” más reposadas.
Tras tanto jolgorio, viene mi
canción favorita del álbum, “Carrousel”, hermosísima pieza edificada por
ambientaciones de teclados y sintetizadores, que junto a la espacial y
dramática interpretación de Doyle, se asemeja a una panorámica de bellos
paisajes vespertinos, toda una caricia para el alma y que por momentos nos hace
intentar ensayar la levitación. Emotiva y conmovedora.
En “Don’t Look Backwards” carismáticos
sonidos nos van “jalando” hacia ambientes místicos que por momentos adquiere
tientes “mantra”. La melódica “Manmner Words”, la pieza más prolongada del
disco, 10’18’’, posee unas particulares sonoridades electrónicas de manera replicantes
y ondulantes, que nos ánima a ensayar
ciertos pasos de valz, conduciéndonos hipnóticamente hacia sensaciones
delirantes que desembocarán hacia una atmósfera densa, tensa y misteriosa, sumándose
insoportables ruidos sobre el cierre. Finalmente en “Montag Resolution” nos
ofrece los pasajes más “ambient” del disco, golpes sintetizados cuasi metálicos
van sucediéndose progresivamente hasta desvanecerse.
Doyle nos ha vuelto a
cautivar con su delirante propuesta, donde nuevamente nos hace convivir lo
festivo con nuestro lado más íntimo y hacer
de la nostalgia algo para el disfrute.
Disfruta el álbum completo aquí:
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