CÁBALA
ARTAUD
Necio Records
(2018)
El
mes pasado se lanzó este disco debut del proyecto del trujillano Erick
Baltodano, quien ya ha editado otros trabajos bajo el nombre de
Artaud, pero con diferentes alineaciones. En esta oportunidad se une a Teté
Leguía (Bajo) Martin Escalante (Saxo), Israel Tenor (Batería) y Juan Francisco
Ortega (Teclado) para sonorizar, por encontrarle alguna manera a la descripción
de su trabajo experimental, el relato “de
la vida, pasión, muerte y resurrección de caballos”.
“Cábala”
es un complejo disco instrumental, de sonidos, que en algunos pasajes alcanzan niveles,
que pueden resultar extremos para oídos no familiarizados con lo realizado por
integrantes de este nuevo combo, como Tete Leguía o Martín Escalante.
Este
álbum conceptual, dividido en dos actos, el primero de ellos, denominado “Cábala”,
se trata “de [un]caballo joven, que
totalmente desbocado sale por el campo a probar su salvaje carrera, sin límites.”
Quizás por ellos se deba su cúmulo de
sonidos desorientados, prisioneros de la improvisación, donde el trabajo del
saxofonista Martín Escalante resulta fenomenal, recreando lo que, si no me equivoco,
sería el relinchar del caballo, sus emociones, peligros y su agonía, sonando
hiriente y cruda. Otro punto alto, es la del bajista Tete Leguía, sacudiendo su
bajo oportunamente en los momentos donde la tensión tiene que asomarse. Además
del resto de la banda, creando esa ambientación “free-jazz” que resulta
atractiva a lo largo de sus veinte minutos de duración.
En el
texto de Pablo Picco (Ø+yn y otros proyectos) que figura en el “booklet” que
acompaña al disco, no puede precisar de mejor manera el accionar de Artaud
durante el primer episodio: “El quinteto
Artaud muestra una nueva forma y manera de teletransportar el jazz o el free o
el cadáver o el sol o la figura del bajo equilátero sangrando o la marioneta
apaciguada de los instrumentos…”.
Un desolador
teclado y enrarecidos sonidos sirven de interludio entre ambos actos. El
segundo llamado “Réplica”, trata sobre “un
caballo viejo que sabe va a morir, pero está tranquilo porque se unirá a la
tierra, que conoce y reconoce como suya”. De ahí que su ambientación es más
calmada, resignada, alejada de la agitación experimentada en el anterior acto,
pero con el trascurrir de los minutos, sus resonantes guitarras, cadente bajo y
redobles de percusión tornan más densa la atmósfera, volviéndose a escuchar el
crudo relinchar del caballo, hasta que la extraña musicalidad impuesta por el
quinteto se “evapora”, para dar paso a un sosegado final.