Los
años pasan de manera veloz y no perdonan, añoramos ciertas etapas que marcaron
nuestras vidas y los tiempos adolescentes solo se pueden sentir tan
cercanoscomo al escuchar este atemporal
álbum de nuestros héroes de Liverpool, en donde el canto épico y conmovedor de
McCulloch y esos fantasmagóricos coros que lo acompañan en “My Kingdom” siguen resultando
estremecedores o el romanticismo espectral de “The Killing Moon” nos sigue introduciendo a esa enigmática
atmosfera gobernada por la nostalgia y lotétrico. Han pasado 30 años del mejor álbum de los Bunnymeny la sensación sigue y seguirá siendo la misma
tras cada escucha de sus nueves dramáticas, épicas y sensuales piezas.
Tras
Porcupine
(1983) y un éxito comercial que le era esquivo, los Echo & The
Bunnymen,prosiguieron con sus
exploraciones sonoras. De su intención de experimentar aún más con lo exótico
(congas, marimbas, violonchelos, etc.) y la electrónica salió el single “Never
Stop”.Pero el nuevo sonido que
buscaban los Bunnymen se encontraría todavía más allá de los límites conocidos, visitando nuevos terrenos musicales. Will Sergeant manifestaría al respcto “Queríamos hacer algo conceptual con una orquestación exuberante”. Ese fue el objetivo trazado por la banda para Ocean Rain.
Cierto
día Ian McCulloch despertaría con un estribillo en su cabeza, bosquejó los
cimientos de la canción con una guitarra acústica y se la mostró al resto de la
banda, Less Pattison le agregó los compases y Will Sergeant varias capas de
guitarra cargadas de vibrato, estaban creando “The Killing Moon” en el Crescent
Studio de Bath (Inglaterra). El tema se terminaría de grabar en el Amazon Studio de
Liverpool, con un Pete de Freitas utilizando plumillas en su set de percusión.
McCulloch confesaría que “Will la llevó a
otro nivel. La convirtió en un clásico” y con la “humildad” que lo
caracteriza proclamaría a su creación como “lo
mejor y más hermoso que hemos hecho” o en otra ocasión como “la mejor canción jamás escrita”. Y razón
no le falta al buen Ian pues lograron una canción absolutamente épica,
arrebatadora, embargada por un romanticismo envuelto por ambientes sonoros
tétricos, siniestros y fantasmales.
Reedición 2008, que incluye The Life At Brain´s Sessions
Con
otros temas bajo el brazo como “The Yo-Yo Man”, “Seven Seas” y “Silver”
hicieron maletas para París y concluir lo que sería Ocean Rain, McCulloch se
quedaría fascinado con la “ciudad luz”, que sería una gran influencia para el
sonido del disco que se caracterizaría por significar la transición de la
banda, de ser los maestros del post-punk para convertirse en consagrados artistas de
una singular psicodelia épica, pigmentada por la oscuridad y un magistral fondo
orquestalde volátil pasión y amenaza.
Sino cómo explicar temas como “Thorn Of Crowns” con Ian aullando y gimiendo en
medio de la turbulencia sonora o en “The Yo-Yo Man” haciendo de crooner entre
tensos sonidos acústicos y sinfónicos, sobretodos esos inquietantes violines.
Les
Studio Des Dames y Studio Davout serían testigos del proceso creativo de
tremenda obra de arte, con Adam Petters apoyando en los arreglos orquestales,
piano y cello y una orquesta de 35 piezas, que enriquecieron cada una de las
canciones, otorgándoles a las mismas cierto toque de intriga barroca, propia de
obras como la del gran Scott Walker, corolario de ello la espectacular
“Nocturnal Me” o los retorcidos arreglos de cuerda en “The Yo-Yo Man”. Mención a parte la excelente base rítmica que le impregnó a la obra, Pete De
Freitas, uno de los mejores bateristas de la historia.
Desde
el inicio del álbum, con “Silver” y sus guitarras acústicas que se
entremezclancon los violines para crear
ensoñadores parajes, pasando por los frescos arreglos orientales de “Crystal
Days”, las apaciguadoras cuerdas de “Seven Seas” y anclando en la vaporosa nostalgia
de “Ocean Rain”, Echo & The Bunnymen exhibe un dramatismo realmente seductor, majestuoso y brillante
que no volvería a mostrar. Habían logrado la perfección, no en vano Ian
McCulloch alguna vez sentenció, “…Nuestro manifiesto definitivo”. Lo
épico, banal, orquestal, romántico, psicodélico y misterioso, confluyeron para dar a luz esta obra inmortal, como lo dijo Ian Broudie (productor
musical, The Flaming Lips) Ocean Rain, "capturó a una gran banda en un momento perfecto", pues en este álbum cada uno de los Bunnymen demostraron que eran unos genios.
Marissa Nadler reniega de la
etiqueta “folk-etéreo” o “dream-folk” y hasta “fantasmagórica” con la que ha
sido asociada su música, pero tras escuchar su bellísimo álbum July,
resulta difícil encontrarle otra
descripción al estilo musical desarrollado por la artista en su sexta larga
duración lanzada en febrero pasado, repleta de sonidos que recrean oníricos
parajes. Si Julia Holter y su magnífico “Loud City Song” fue lo mejor del
2013,la hermosa voz de la cantautora
americana y la ensoñadora acústica de Julyvan directo a convertirse en lo mejor del
2014. Nuevamente uno de mis discos favoritos del año es concebido por una
mujer. Dios las tenga en su gloria.
Y no es una exageración, pues
pocas obras musicales como la realizada por Nadler pueden producir efectos tan
poderosos en el ser humano.Escuchar July
se convierte en todo un acontecimiento, pues es para disfrutarlo en la soledad
de nuestra habitación recostado sobre nuestra cama y contemplando la nada, en
donde su música logra “dibujarnos” escenas y paisajes embargados por la
ternura, la nostalgia, la tristeza, el
romance, el fracaso y otros sentimiento similares por los que ha transitado nuestra
existencia. En donde la voz y la música de Marissa Nadler resulta semejante al
consolador regazo de una madre cuando albergaba nuestros lamentos, llantos y crujir de dientes
pero que sabíamos no solucionaban los
problemas pero si nos ofrecían resignación y esperanza de que las cosas
mejorarán.
Natural de Massachusetts pero
ahora radicada en Boston, Marissa Rachael Nadler, no es una advenediza ni su
obra reducida, el pasado 5 de abril cumplió sus 33 años y su actividad musical se
remonta al 2000, teniendo cinco álbumes como antecesores a July : Ballads
of Living and Dying (2004) , The Saga of Mayflower May (2005),
Songs III: Bird On The Water (2007), Little
Hells (2009) y Marissa Nadler (2011) lanzado bajo
su propio sello discográfico. Además de un número considerable de EPs en su
haber. Entre sus influencias destaca la obra del gran Edgar Allan Poe y la
música de Leornard Cohen y Joni Mitchell. A
pesar de su respetable producción su carrera ha sido caracterizada por el
silencio comercial en contraste con el aplauso recibido por parte de la crítica
especializada. Y es que Marissa Nadler es sin temor a equivocarme la mejor
artista folk de los últimos años y una de las mejores voces del planeta.
Hija de una artista de pintura
abstracta, Marissa durante su adolescencia compondría algunas piezas musicales,
pero consideraba a la música como un hobby y siguiendo los pasos de su madre
estudiaría pintura en la Rhode Island School of Design, donde obtuvo el grado
de Bachilleren el 2003 y obtendría un
Master’s degree al año siguiente. Es más tras la salida de su epónimo quinto
álbum Marissa Nadler había decidido dejar por completo la música, hasta vendió
sus instrumentos, dedicándose a ser maestra en una escuela de pintura pero la
gente de Sacred Bones Records la convenció de continuar con la música. Todo ese
bagaje plástico Marissa Nadler lo ha volcado a su música, puestras escuchar July uno llega a la
conclusión de que se trata de una obra de arte, en donde Nadler nos pinta nostálgicos
paisajes.
En esta ocasión a Marissa parece
no importarle mostrarnos su lado más frágil y vulnerable, derrochando una honestidad
extraída de las profundidades más turbias de su alma, retratándonos con sus
letras escenas tan trágicas pero comunes de la vida como el desamor, la ruptura
amorosa, la desolación, y una ciudad
sumida en la rutina de sus habitantes por la que atraviesa y canta con
melancolía, desesperanza y algunas veces de manera fantasmagórica sus propios recuerdos,
apoyados por sonoridades de añejo folk.
Julyposee
un sonido gris pues trasmite las emociones de las diversas vicisitudes de la
vida, rescatando la belleza que podemos encontrar en cada una de ellas a pesar
de lo adversas que sean. Esas quea
veces las lágrimas nos impiden contemplar. El verdadero amor, aquel que no es
dominado por la fantasía sino que está dispuesto
a aceptar la realidad y a tomar las cosas con resignación. Aunque parece
contarnos parte de nuestra historia, Marissa ensaya una suerte de catarsis para
liberarse de sus penas amorosas ocurridas un 4 de julio (“Firecrackers”), por
ello el título del disco, que fue grabado en Seattle y producido por Randall
Dunn reconocido por sus trabajos con bandas de doom y black metal, otorgándole ese ambiente sonoro grisáceo que predomina
en la obra.
Desde el inicio las delicadas y
ensoñadoras cuerdas acústicas de “Drive” nos introducen a un mundo
introspectivo, íntimo, que a la vez nos resulta familiar pues solo es conocido
por nosotros, ambientado por nostálgicas melodías y voces fantasmales que
escarban en nuestros recuerdos más profundos, y donde la pedal steel guitar
irrumpe para esparcir rasgos sombríos. Luego en“1923” sus oscuras
cuerdas y sonidos crean una atmosfera vaporosa, que nos trae a la memoria parte
de la obra del gran Leonard Cohen. Un esplendido soundtrack para un largo viaje
mirando por la ventana los paisajes de la carretera, extrañando y torturándonos
con aquello que hemos dejado atrás.
La hermosísima voz de Marissase vuelve omnipresente en “Firecrackers”,
dejando relegada la instrumentación en un segundo plano, situándonos en medio
del lamento en pleno sunset, otra vez añorando aquello que nunca volverá.Mientras que en la tierna “We are Coming
Back” la cantautora halla solaz en su
hogar de infancia.
Los primeros acordes de las cuerdas acústicas,
acompañando la voz de Marissa van creando una imperceptible sensación
ascendente tras la introducción del ensoñador sintetizador en la espectral
“Dead City Emily”, logrando un ambiente sonoro ideal para un árido paisaje. Sigue
“Was It A Dream” que se convierte quizás en el tema menos
minimalista del álbum, dando paso a un mayor protagonismo instrumental. En“I’ve Got Your Name” la Nadlerexplora otras texturas sonoras alejadas a las ambientaciones grises del
resto del álbum, mostrando mayor cercanía con el R & B, gracias a su voz y
al acompañamiento de piano, pero sin perder esa aura introspectiva de July.
La densa “Desire”, es una sutil pieza
que poco a poco nos va alojando en un imperceptible y glacial in crescendo, de apacibles
ambientes. En “Anyone Else”sus cíclicas
cuerdas resultan hipnóticas y los coros
de Nadler colindan con el más allá. Nuevamente los sonidos provenientes del
nailon y la madera crean taciturnos paisajes en “Holiday In”. Finalmente“Nothing
InMy Heart” nos causa esa horrible pero atractiva sensación de
vacío que muchas veces hemos experimentado en el pecho, con esto Marissa nos
anuncia la triste despedida de este apesadumbrado álbum, con una
desesperanzadora voz acompañada por un apenado piano. El adiós perfecto para
este fantástico, bello y delicado disco, el último resplandor del atardecer, el
colofón idóneo para lo que ha significado disfrutar este trabajo: una travesía
por nuestros recuerdos, de la que Marissa gracias a su hermosa voz y onírica
música nos ha hecho volver a contemplarlos.
Finalmente, la portada del álbum refleja a la
perfección el concepto del mismo, a pesar de lo oscuro del pasado y de lo que
aún puede parecer elpresente, existe un
futuro radiante aunque este no sea por ahora tan claro para nosotros. Espero con
gran ansiedad los trabajos venideros de Marissa y que sigan alumbrando el
camino por delante.
“El
mejor disco debut que he escuchado en mi vida” Bob Stanley (Saint Etienne)
“Los
Stone Roses son más importante que Picasso” Demian Hirst (artista
plástico)
“Es
perfecto” Noel
Gallagher
Reino
Unido, casi concluyendo los 80s, la década había dejado para la posteridad pop dos
bandas íconos: The Smiths y New Order,quienes colocaron el nombre de su lúgubre ciudad natal, Manchester, en todo lo alto, mostrándola como
la lumbrera de la música contemporánea y de los sonidos del futuro. Los
liderados por Morrissey y Marr endulzaron con sus melodías pop, la amarga y
frustrada existencia de sus seguidores, víctimas del desempleo y la falta de oportunidades,
mientras que los ex Joy Division fusionaron a la perfección la disco con el
rock, dejando esparcidas las semillas para la explosión acid-house, dance y la
rave.
Dentro
de ese contexto había una necesidad insatisfecha de los jóvenes ávidos de
nuevas sonoridades que recogiera sus inquietudes y tomaran la posta dejada por
las emblemáticas bandas “mancunianas”. Fue en medio de ese escenario que hace
su irrupción el epónimo álbum debut de los Stone Roses, calando en las profundidades
de los gustos del público británico y la prensa especializada. Pero los Stone
Roses habían iniciado su gesta desde 1983, dándole con más fuerza a los tour
dentro del circuito de Manchester a partir de mediados de 1985, tras la edición
de su primer single “So Young”, en adelante seguirían con una serie de exitosos
singles como “Elephant Stone”, “She Bangs The Drums” y “Fool’s Gold” que se
encargarían de allanar el camino para su LP debut. Tras algunos cambios en la
formación, la banda tendría como alineación estable a Ian Brown (voces), John
Squire (guitarra),Gary “Mani” Mounfield (bajo) y Alan “Reini” Wren (batería).
Ante
una gran expectativa The Stone Roses fue lanzado hace 25 años, y la prestigiosa
NME no tardó en denominarlo como “El
álbum más grande de todos los tiempos”. Pero ¿por qué el entusiasmo
desmedido ante un álbum debut? porque se trata de un disco que logra combinar a
la perfección y con una majestuosidad como pocos, el historial del pop británico
desde los sesentas hasta el mundo pre-rave, como resumiendo los últimos 30 años
del panorama rockero inglés. Encontrando entre sus sonoridades elementos
folk-rock, psicodélicos, dance, beat e influencias
Beatles y Byrds; sonidos que pondrían los cimientos de lo que después
caracterizaría al brit-pop noventero. Los Stone Roses podían sonar dance sin
ser electrónicos, sino reivindicando las guitarras y el añejo pop luminoso,
luciendo auténticos, con una naturalidad excepcional. Su álbum debut es un
testimonio de la creatividad musical desbordante que ofrecía Manchester y sus
músicos al mundo, además de plasmar con su música y letras el encuentro de dos
culturas, la de una generación frustrada (juventud ochentera) y la hedonista
lista para saltar a la pista de baile (adolescentes). Así como el reflejar la
idolatría al ego y a la vez sentirse parte de una comunidad.
The
Stone Roses posee canciones que sencillamente son perfectas, grandes himnos a
la arrogancia y piezas que son una invitación al baile desenfrenado. Pues
apenas uno coloca el disco y al escucharlos sonidos iniciales de “I Wanna Be Adore” es hipnotizado de inmediato por
sus psicodélicos ambientes y su punzante bajo que golpea el corazón y nos
sacude los sentidos en pos de una introvertida danza, de aquellas que ensayábamos
en la soledad de nuestros cuartos, presos de nuestra euforia, rabia, fragilidad
y desfachatez. Es imposible no dejar de moverse al compás del bajo y la
batería, piezas claves del sonido Stone Roses, coloreados por los wah-wah de
guitarra de Squire, teniendo en “She Bangs The Drums” una clara muestra de
ello, pop psicodélico, derramando inocencia y frenesí a la vez. Los armoniosos
arreglos de cuerdas de “Waterfall” son cautivadores así como la marcha de la
percusión y su ondulante bajo. Otra canción para el baile, arrastrándonos hacia
ambientes surrealistas, que posteriormente será irrumpida
por la alucinada “Don’t Stop”, que no es más que la marcha inversa y retocada de
“Waterfall”. Prosigue la socio-política “Bye Bye Bad Man” y sus referencias al “mayo
del 68” parisino. En la breve y acústica “Elizabeth My Dear” los Stone hacen gala de sus gustos por los
sonidos tradicionales, así como en “(Song
For My) Sugar Spun Sister” por laa sonoridades sesenteras.
La
nostalgia es hecha un himno en “Made Of Stone”, una canción impresionante, agradablemente
trágica, para sacudirnos de las frustraciones y ponernos de pie. Los arreglos de cuerdas de “Shoot You Down”
dan paso a la calma y el sosiego con sus oníricas atmosferas, pero será solo un
reparador descanso pues vendrán los guitarrazos en medio de silencios de la
festiva “This Is The One” y el cierre con broche de oro de la extensa y extenuante
“I Am The Resurrección” psicodélicamente deliciosa para el baile más
desenfrenado.
“Somos la banda más importante del mundo,
porque tenemos las mejores canciones y aún no hemos mostrado nuestro potencial”
Ian
Brown /NME/ 1989.
A pesar de lo manifestado por Brown durante el esplendor de la banda, la
historia de los Stone Roses fue muy corta. El ser catalogados como grupo de
culto y ser tratados como iluminados alimentó aún más su natural arrogancia,
que traerían como consecuencia pugnas con su modesta disquera Silverstone
Records, pues los de Manchester habían sido seducidos por Geffen Records, el
lío se fue hasta los tribunales y trajo como consecuencia que se postergara la
publicación de su segundo álbum, Second Coming. En la interna las
luchas de egos llevarían a cambios en la formación y posteriormente a la
separación definitiva en agosto de 1996, tras pésimas presentaciones en los
festivales de Benicássim y Reading, haciendo un esfuerzo por resistirse
a morir.
Se
dice que entre los cambios de integrantes, Slash guitarrista de los Guns’n’Roses,
se ofreció para integrar la banda, pero Ian Brown lo “choteó”. Es que
sencillamente este sujeto por más virtuoso que sea con las cuerdas, jamás
estaría a la altura de las canciones de los Stone Roses.
Si
bien los británicos nos dejaron este majestuoso disco, nunca llegaron a
completar una obra sólida y menos a la
talla de sus antecesores. Pero sí un legado, abriendo paso para el sonido que
vendría en la siguiente década, marcaron el renacimiento del sonido inglés. Su actitud
arrogante influiría en los hermanos Gallagher y Oasis, su moda baggy de los
peinados retro así como su sonido también influiría mucho u poco en Blur. Y
además ambas bandas reencarnarían entre
ellas, la vieja pugna entre The Beach Boys y The Beatles.
El
18 de octubre del 2011 mediante conferencia de prensa en un hotel de Londres la
banda anunciaría su regreso, pero solo esporádicas presentaciones y pequeñas
giras le siguieron al anuncio. Siendo la presentación más emblemática, la
realizada en el festival de Coachella del año pasado. Aunque se rumorea un
nuevo trabajo, The Stone Roses parece nunca podrá superar los índices de divinidad ofrecida en su epónimo álbum debut.
¿Celebramos las bodas de plata del disco? Por ahora esperemos el estreno de su documental "Made Of Stone" a estrenarse este 30 de mayo.