jueves, 29 de mayo de 2014

ECHO & THE BUNNYMEN: TRES DÉCADAS DEL “ÁLBUM MÁS GRANDE JAMÁS HECHO”(OCEAN RAIN)



OCEAN RAIN
ECHO & THE BUNNYMEN 
KOROVA (1984) 
Los años pasan de manera veloz y no perdonan, añoramos ciertas etapas que marcaron nuestras vidas y los tiempos adolescentes solo se pueden sentir tan cercanos  como al escuchar este atemporal álbum de nuestros héroes de Liverpool, en donde el canto épico y conmovedor de McCulloch y esos fantasmagóricos coros que lo acompañan en “My Kingdom” siguen resultando estremecedores o el romanticismo espectral de “The Killing Moon”   nos sigue introduciendo a esa enigmática atmosfera gobernada por la nostalgia y lo  tétrico. Han pasado 30 años del mejor álbum de los Bunnymen  y la sensación sigue y seguirá siendo la misma tras cada escucha de sus nueves dramáticas, épicas y sensuales piezas.
Tras Porcupine (1983) y un éxito comercial que le era esquivo, los Echo & The Bunnymen,  prosiguieron con sus exploraciones sonoras. De su intención de experimentar aún más con lo exótico (congas, marimbas, violonchelos, etc.) y la electrónica salió el single “Never Stop”.   Pero el nuevo sonido que buscaban los Bunnymen se encontraría todavía más allá de los límites conocidos, visitando nuevos terrenos musicales. Will Sergeant manifestaría al respcto “Queríamos hacer algo conceptual con una orquestación exuberante”. Ese fue el objetivo trazado por la banda para Ocean Rain.
Cierto día Ian McCulloch despertaría con un estribillo en su cabeza, bosquejó los cimientos de la canción con una guitarra acústica y se la mostró al resto de la banda, Less Pattison le agregó los compases y Will Sergeant varias capas de guitarra cargadas de vibrato, estaban creando “The Killing Moon” en el Crescent Studio de Bath (Inglaterra). El tema se terminaría de grabar en el Amazon Studio de Liverpool, con un Pete de Freitas utilizando plumillas en su set de percusión. McCulloch confesaría que “Will la llevó a otro nivel. La convirtió en un clásico” y con la “humildad” que lo caracteriza proclamaría a su creación como “lo mejor y más hermoso que hemos hecho” o en otra ocasión como “la mejor canción jamás escrita”. Y razón no le falta al buen Ian pues lograron una canción absolutamente épica, arrebatadora, embargada por un romanticismo envuelto por ambientes sonoros tétricos, siniestros y fantasmales.   
Reedición 2008, que incluye The Life At Brain´s Sessions
Con otros temas bajo el brazo como “The Yo-Yo Man”, “Seven Seas” y “Silver” hicieron maletas para París y concluir lo que sería Ocean Rain, McCulloch se quedaría fascinado con la “ciudad luz”, que sería una gran influencia para el sonido del disco que se caracterizaría por significar la transición de la banda, de ser los maestros del post-punk  para convertirse en consagrados artistas de una singular psicodelia épica, pigmentada por la oscuridad y un magistral fondo orquestal  de volátil pasión y amenaza. Sino cómo explicar temas como “Thorn Of Crowns” con Ian aullando y gimiendo en medio de la turbulencia sonora o en “The Yo-Yo Man” haciendo de crooner entre tensos sonidos acústicos y sinfónicos, sobretodos esos inquietantes violines.
Les Studio Des Dames y Studio Davout serían testigos del proceso creativo de tremenda obra de arte, con Adam Petters apoyando en los arreglos orquestales, piano y cello y una orquesta de 35 piezas, que enriquecieron cada una de las canciones, otorgándoles a las mismas cierto toque de intriga barroca, propia de obras como la del gran Scott Walker, corolario de ello la espectacular “Nocturnal Me” o los retorcidos arreglos de cuerda en “The Yo-Yo Man”. Mención a parte la excelente base rítmica que le impregnó a la obra, Pete De Freitas, uno de los mejores bateristas de la historia.
Desde el inicio del álbum, con “Silver” y sus guitarras acústicas que se entremezclan  con los violines para crear ensoñadores parajes, pasando por los frescos arreglos orientales de “Crystal Days”, las apaciguadoras cuerdas de “Seven Seas” y anclando en la vaporosa nostalgia de “Ocean Rain”, Echo & The Bunnymen exhibe un dramatismo realmente seductor, majestuoso y brillante que no volvería a mostrar. Habían logrado la perfección, no en vano Ian McCulloch alguna vez sentenció, “…Nuestro manifiesto definitivo”.  
Lo épico, banal, orquestal, romántico, psicodélico y misterioso, confluyeron para dar a luz esta obra inmortal, como lo dijo Ian Broudie (productor musical, The Flaming Lips) Ocean Rain, "capturó a una gran banda en un momento perfecto", pues en este álbum cada uno de los Bunnymen demostraron que eran unos genios.

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