miércoles, 5 de diciembre de 2018

LOS MEJORES DISCOS MUNDANOS 2018

Sinceramente este no ha sido un año auspicioso. A pesar que los medios digitales han permitido que uno tenga a su disponibilidad un sinnúmero de producciones, su proporcionalidad en cuanto a calidad musical no es la misma.  No llegamos ni a diez obras maestras, pues esta mención superlativa solo se ajusta a las que ocupan nuestras dos primeras casillas. Hay álbumes buenos, con un grupo de canciones de gran factura, pero cuya diferencia no llega a redondear la faena, siendo completada en la mayoría de casos, solo por composiciones aceptables. Y así se fue este año, con contadas emociones que compartimos a continuación.
1 
DOUBLE NEGATIVE
LOW
Sub Pop
Cada disco lanzado por la pareja de Duluth, Minnesota, durante la presente década ha sido colosal, The Invisible Way (2013) marcó su sosegada despedida con sonoridades electroacústicas, a pesar de mostrar un sonido algo más acelerado, mientras que One And Sixes significó su gran salto hacia la experimentación sonora, con resultados increíbles. En esta nueva entrega, el brinco ha sido de niveles estratosféricos, consiguiendo que la banda suene mejor que nunca. 
El pop abstracto de “Quorum”, nos atrapa en una, nos resulta familiar, como si hubiéramos intuido que este sería el futuro de Low. Siguen los ambientes oscuros y claustrofóbicos de “Dancing and Blood”, con la enigmática interpretación de Mimi Packer flotando por la densa atmosfera del tema, para luego lucir sufrida en la emotiva “Fly” e ir transitando sobre lúgubre “loops”, sutiles cuerdas y grises sintetizadores. Más ambientaciones misteriosas se suceden en “Tempest”, además de alterarnos los nervios con sus saturaciones sonoras. La belleza minimalista de “Always Up” resulta sedante. En “Always Trying to Work It Out” construyen parajes surrealistas para volarnos la cabeza y el dueto de voces procesadas, Alan Sparhawk y su esposa Mimi, nos haga más delirante la travesía. 
La fantasmal “The Son, The Sun”, es otra pasada. “Dancing and Fire” es quizás lo más aproximado a su “sadpop”. Otro pico del disco es “Poor Sucker”, con su abstracto sinfonismo y nuevamente el coro de voces de rasgos etéreos emprendido por la pareja mormona. Mientras que percusiones telúricas, sintetizadores bizarros y guitarras procesadas, tornan densa la escucha de “Rome (Always in the Dark)”, con sus cercanías al industrial, las cuales se prolongaran con los complejos “synths” de “Disrray”, y como siempre las voces de los Sparhawk, transportándonos a lugares de ensueño. Un espectacular final, para una maravillosa jornada sónica. Larga vida para mis hermanos, y sus innovadores ensayos. 



2
AVIARY
JULIA HOLTER
Domino Records
Cuando tuve la oportunidad de presenciar el gran show de Julia Holter en Lima hace dos años, y soltó un adelanto de su próxima producción, jamás pensé que el sucesor de su extraordinario Have You In My Wilderness (2015), llegaría a límites ni paisajes sonoros tan majestuosos. Recuerdo que, apenas salido este álbum, mi amigo Carlos Quinto hizo algunos comentarios al respecto en su muro de Facebook, le comenté que el disco sonaba increíble y como es su sana costumbre, “un paso adelante”, a lo que él me replicó: “En realidad son dos pasos atrás para tomar vuelo para tremendo salto”. Efectivamente, pues la artista, en esta entrega nos trasporta por ambientaciones inéditas en su trayectoria.
La inicial “Turn the Ligth On”, es realmente una alucinada, introduciéndonos a un mundo “real mágico”, merced a su barroca instrumentación acompañada de su esplendorosa voz, sonando como nunca para embargarnos de emociones encontradas frente a tremenda belleza surrealista. Sigue el inquieto órgano de “Wether”, junto a intensos teclados y amenazadoras percusiones creando más ambientes delirantes. Etéreos arreglos de viento y teclados, y complejas voces para la misteriosa “Chaitius”. En “Another Dream”, Holter extrae de su paleta sonora, sugestivas atmosferas de emotivo “ambient music”, que con el transcurrir de la pieza se tornan perturbadores. Seguirá la fantasiosa “I Shall Love 2”, con unos ensoñadores arreglos de voces, que nos llevará hacia un extrañísimo paisaje celestial. Otro paraje mágico difícil de describir es el que edifica para “Underneath The Moon”. Más sonidos enigmáticos transitan en “Colligere”.
Conmovedora música irá desfilando a lo largo del álbum, como en los violines de “Words I Heard”, hasta su reflexivo final con “Why Sad Song”. Con este disco que ya podemos proclamar a nuestra adorada Julia Holter como la artista de la década.  



3
7
BEACH HOUSE
Bella Union
El dúo dinámico de Baltimore, Victoria Legrand y Alex Scally, Beach House, desde su obra maestra Teen Dream (2010), no ha parado de alumbrar álbumes superlativos. Su séptimo disco, justamente titulado 7, no ha sido la excepción, pues la pareja sigue creando música espacial, de ambientes que inspiran esperanza, sueños, y también añoranzas, pero ya no tan depresivos como los del Bloom (2012).
Su trabajo anterior, B Side and Rarities (2017) les sirvió “para limpiar el armario creativo, poner el pasado en la cama, y comenzar de nuevo”. Una vez trazado el renacimiento sonoro de BH, se separaron de su productor Chris Coady y se asociaron con el productor de MGMT y ex Spacemen 3, Peter Kember (Sonic Boom), colocándose algunas metas, como repasar “métodos antiguos y eliminar algunas limitaciones autoimpuestas”, y dejar que el instinto creativo dicte la sensación del álbum.
La creación de su estudio, edificado sobre lo que había sido su sala de ensayo, les permitió mantener el entusiasmo por las composiciones más antiguas, pues podían registrarlas en el momento preciso y no como en ocasiones pasadas, tener que esperar largos periodos de tiempo hasta completar los temas necesarios para registrar un álbum, además de la presión de pagar carísimas sesiones de grabación. Con un ambiente idóneo, se tomaron el tiempo necesario para experimentar y combinar libremente con diversos instrumentos, pedales de efectos y lo que quisieran. Es así, que en el registro podemos escuchar el empleo de nuevos recursos para redefinir su sonido, como distorsiones de guitarra, saturación de sintetizadores y sorpresivas percusiones, que adquieren mayor contundencia que en anteriores registros, enriqueciendo de esta manera sus texturas sonoras. 
Esta vez las melodías de ensueño de Beach House, están conducidas por efectos de distorsión que, en lugar de sonar irritantes, el dúo las procesa para otorgarles calidez, desde “Dark Spring”, las distorsiones de su guitarra, yendo en forma progresiva, se encarga de ambientar hermosos paisajes o en “No Mind” jugando con etéreas percusiones y mágicos teclados, para luego vibrar ligeramente junto a inquietos “synths” y cajas de ritmo para “Lemon Glow”. Los coros celestes de la etérea “L´Inconnue”, nos transporta a los paisajes fantásticos y relajantes del Depression Cherry (2015), con Victoria embelesándonos los oídos con su canto en francés, como ambientando un relato épico, asomándose sorpresivamente el sonido de una espectral percusión desde el “casiotone”.  Luego, en “Drunk In LA”, tensos teclados, con otros de rasgos híbridos se van mezclando hasta crear un dramático ambiente para que la nostálgica voz de Victoria de la estocada final y juegue con nuestras emociones y ser asediados por ásperos riffs. Lo opuesto sucede con la aletargada “Black Car”, cuyos enigmáticos teclados iniciales lentamente van transitando al compás de una “seca” percusión. Los cansinos teclados de “Lose Your Smile” evoca algo del desencanto del Bloom (2012), es más, se asemeja al “track” oculto con el que cierran ese álbum, cuyas melodías tienen la capacidad de arrullarnos hacia el sueño placentero. Para el tramo final, Victoria y Alex, nos cautivan con aquellas melodías que suenan a despedida del ser amado, que golpean el corazón. En la primera de ellas, “Woo” somos hipnotizados por un elegante “loop” de percusión, nostálgicas notas de teclados, y la bella voz de Legrand, escarbando en nuestros penosos recuerdos, además de sus sintetizadores construyendo parajes celestes, y que en “Girl Of The Year”, sus rasgos espaciales y reflexivos, recrearán ambientes glaciales, pero a la vez transportándonos hasta la infancia. A las quietas notas de piano de “Last Ride”, se suman, intensos sintetizadores, reverberaciones y una serie de distorsiones de cuerdas hasta su estratosférico final. 
7, plasma la visión caótica y dolorosa, que el dúo percibe del mundo actual, para en medio de ello, ir descubriendo la verdadera felicidad. 

*Fragmento extraído del especial publicado en F/NZIN 0.2



4
DIONYSUS
DEAD CAN DANCE
PIAS
Si bien en esta ocasión, el resultado del trabajo de Brendan Perry y Lisa Gerrard no alcanza los ambientes fantásticos de su maravillosa reparación, Anastasis (2012), igual siguen consiguiendo música ecléctica, espiritual y dispuesta a purificar el alma, al transportarnos por parajes del cercano oriente y del mediterráneo, cuyos sonidos son capaces de hacer recrear en nuestras mentes una serie de rituales y cultos aledañas a esas zonas.
Dionysus ha sido distribuida en siete actos, siendo el primero de ellos, “Sea Borne”, donde somos conducidos por una entusiasta y envolvente comparsa de sintetizadores, arpas y espaciales coros étnicos. Luego, “Liberator of Minds” prosigue por esa senda, aunque más ralentizada, para después hacernos sacudir las caderas con la delirante “Dance of Bacchantes”, tentándonos a ensayar un “raqs sharqi” o “danza del vientre”. 
En “The Mountain” somos abrazados por la oscura interpretación de Brendan, haciéndonos creer que estamos por la meca. Las estimulantes sonoridades étnicas de “The Invocation”, “The Forest” y “Psychopomp”, nos sigue atestiguando de la grandeza y elegancia de de Dead Can Dance, aunque se extrañe la supremacía de la voz de Gerrard. Finalmente, es Dead Can Dance y nadie en la actualidad es capaz de hacer está música sinigual.     



5
CRIMINAL
THE SOFT MOON
Sacred Bones Records
Luis Vasquez se muda a Berlín y alquila un solitario estudio ubicado en un sótano de la sombría ciudad para sentirse completamente libre de explorar sus demonios y emprender la catarsis a través de la composición musical.  
“Esta es una autobiografía de mi vida, es como un diario, y se trata de comprenderme a mí mismo y aprender a crecer” declararía a un medio, a otro manifestaría: “He pasado los últimos ocho años tratando de curarme, y no ha funcionado, así que [este registro] es una especie de acto de desesperación, está dirigido a mí mismo. Tengo mucha culpa en la conciencia”.  Por todo esto, el nombre de su confesional álbum. La idea de criminalizarse a sí mismo por cada cosa que ocurre, enfrentándose con su propia persona y con una infancia rodeada de violencia y abuso.
En Criminal, las liricas se tornan más explicitas.  Allí tenemos, "Like A Father", vociferando de manera monótona y acelerada contra el padre que nunca tuvo e increpándole todas sus culpas. “Burn”, expulsando ese perturbador odio hacia sí mismo, que lo acompaña continuamente y sus intentos de sortearlo. En “Choke” abordando situaciones tóxicas o en "Give Something", componiendo su primera canción de amor.
Para Vasquez haber producido su álbum, ha sido “un manifiesto de su vida y evolución como ser humano”, le ha resultado embarazoso reconocer y revivir sus tormentos, llegando a confesar: “Necesito trabajar en mí mismo, porque no quiero sentirme así…estoy un poco arruinado”.
Si bien Criminal no es un álbum fácil de escuchar, además de los tortuosos gritos y lamentos de Vasquez que recorren todo el registro, posee un extraño poder seductor, irresistible y placentero, casi sádico, así de sencillo, cuyas texturas sonoras son más severas y rugosas. Donde sus melodías agridulces, surten efectos masoquistas y su aspereza llega a embelesar. De hecho, la influencia “kraut” y electrónica también están presentes, y probablemente se deba a su estancia en Berlín.    
“Burn” arranca de manera furiosa y descontrolada, con guitarras incendiarias y voces del inframundo, abriéndose paso en medio de chirridos industriales, haciéndonos recordar al Nine Inch Nails o Ministry más rabioso, derramando toda su ira y enojo, producto de sus traumas, depresión y culpa. La estridencia industrial continua con la siniestra “Choke”, cabalgando sobre unas contundentes percusiones, nuevamente al mejor NIN, para susurrar mensajes ambiguos de referencias sadomasoquistas. La pista resultará aplastante. La romántica, aunque claro al estilo Soft Moon, “Give Something”, nos cautiva con sus lóbregos ambientes, rozando con lo tétrico, además de presentar como herramienta, un elemento ya empleado en trabajos anteriores, simular el bajo de Simon Gallup para el Pornography, mientras, que los crujidos electrónicos que desfilan sobre el final del tema, generan aún mayor zozobra.  Mientras que la ya comentada “Like a Father”, trae envolventes golpes EBM, guitarras procesadas, sintetizadores disonantes, y la voz robotizada de Vasquez dispuestos a retorcernos los sentidos con una febril danza. “The Pain” nos coge del cogote y nos tira al medio de una turbia pista de baile, gracias a sus hipnóticas guitarras y gótico bajo, un recontra revival ochentero, envolviéndonos también sus irritantes líneas de sintetizador que sirven de narcótico postludio.
La fiesta oscura en que se convierte de pronto Criminal, prosigue con la palpitante “It Kills”, cuyos brincos de saturadas guitarras y sintetizadores, acompañados por fragorosas percusiones, suenan emotivos, además de dibujarnos ambientes desolados. El tramo más enfermo del álbum, justamente lo presenta la industrial “Ill”, con sus agresivos “loops”, chirridos, acoples y otros ruidos paranoicos, predisponiéndonos a ensayar una bizarra danza que nos lleve a la locura, toda una cacofonía sónica la pista. Los ambientes grises de “Young”, con maquinal caja de ritmo acompañando toda la pieza, por momentos se tornan tenebrosos, ni qué decir de sus alterados sintetizadores, transportándonos por algún ambiente de un filme surrealista.  Entre empujones, gracias a sus arrebatadas percusiones y guitarras aterradoras, ingresa “Born Into This”, queriendo sonorizar algún film de terror. Finalmente, la pieza que da título al disco, “Criminal”, inicia con densos punteos y sintetizadores claustrofóbicos, para luego dar paso a peculiares percusiones, y ambientes, reflexivos, por darle alguna definición, dentro del lenguaje sonoro de Vasquez y cerrar con algunos chirridos. 
*Fragmento extraído del especial publicado en F/NZIN 0.2



“OTROS”
Son buenos, pero… igual te los dejamos…


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