Sinceramente
este no ha sido un año auspicioso. A pesar que los medios digitales han permitido
que uno tenga a su disponibilidad un sinnúmero de producciones, su proporcionalidad
en cuanto a calidad musical no es la misma. No llegamos ni a diez obras maestras, pues esta
mención superlativa solo se ajusta a las que ocupan nuestras dos primeras
casillas. Hay álbumes buenos, con un grupo de canciones de gran factura, pero
cuya diferencia no llega a redondear la faena, siendo completada en la mayoría de
casos, solo por composiciones aceptables. Y así se fue este año, con contadas
emociones que compartimos a continuación.
1
DOUBLE
NEGATIVE
LOW
Sub Pop
Cada disco lanzado por la pareja de Duluth, Minnesota,
durante la presente década ha sido colosal, The Invisible Way (2013)
marcó su sosegada despedida con sonoridades electroacústicas, a pesar de
mostrar un sonido algo más acelerado, mientras que One And Sixes significó
su gran salto hacia la experimentación sonora, con resultados increíbles. En
esta nueva entrega, el brinco ha sido de niveles estratosféricos, consiguiendo
que la banda suene mejor que nunca.
El pop abstracto de “Quorum”, nos atrapa en
una, nos resulta familiar, como si hubiéramos intuido que este sería el futuro
de Low. Siguen los ambientes oscuros y claustrofóbicos de “Dancing and Blood”,
con la enigmática interpretación de Mimi Packer flotando por la densa atmosfera
del tema, para luego lucir sufrida en la emotiva “Fly” e ir transitando sobre
lúgubre “loops”, sutiles cuerdas y grises sintetizadores. Más ambientaciones
misteriosas se suceden en “Tempest”, además de alterarnos los nervios con sus
saturaciones sonoras. La belleza minimalista de “Always Up” resulta sedante. En
“Always Trying to Work It Out” construyen parajes surrealistas para volarnos la
cabeza y el dueto de voces procesadas, Alan Sparhawk y su esposa Mimi, nos haga
más delirante la travesía.
La fantasmal “The Son, The Sun”, es otra
pasada. “Dancing and Fire” es quizás lo más aproximado a su “sadpop”. Otro pico
del disco es “Poor Sucker”, con su abstracto sinfonismo y nuevamente el coro de
voces de rasgos etéreos emprendido por la pareja mormona. Mientras que
percusiones telúricas, sintetizadores bizarros y guitarras procesadas, tornan
densa la escucha de “Rome (Always in the Dark)”, con sus cercanías al
industrial, las cuales se prolongaran con los complejos “synths” de “Disrray”,
y como siempre las voces de los Sparhawk, transportándonos a lugares de
ensueño. Un espectacular final, para una maravillosa jornada sónica. Larga vida
para mis hermanos, y sus innovadores ensayos.
2
AVIARY
JULIA
HOLTER
Domino Records
Cuando tuve la oportunidad de presenciar el
gran show de Julia Holter en Lima hace dos años, y soltó un adelanto de su
próxima producción, jamás pensé que el sucesor de su extraordinario Have
You In My Wilderness (2015), llegaría a límites ni paisajes sonoros tan
majestuosos. Recuerdo que, apenas salido este álbum, mi amigo Carlos Quinto
hizo algunos comentarios al respecto en su muro de Facebook, le comenté que el
disco sonaba increíble y como es su sana costumbre, “un paso adelante”, a lo
que él me replicó: “En realidad son dos
pasos atrás para tomar vuelo para tremendo salto”. Efectivamente, pues la
artista, en esta entrega nos trasporta por ambientaciones inéditas en su
trayectoria.
La inicial “Turn the Ligth On”, es realmente
una alucinada, introduciéndonos a un mundo “real mágico”, merced a su barroca
instrumentación acompañada de su esplendorosa voz, sonando como nunca para
embargarnos de emociones encontradas frente a tremenda belleza surrealista.
Sigue el inquieto órgano de “Wether”, junto a intensos teclados y amenazadoras
percusiones creando más ambientes delirantes. Etéreos arreglos de viento y
teclados, y complejas voces para la misteriosa “Chaitius”. En “Another Dream”,
Holter extrae de su paleta sonora, sugestivas atmosferas de emotivo “ambient
music”, que con el transcurrir de la pieza se tornan perturbadores. Seguirá la
fantasiosa “I Shall Love 2”, con unos ensoñadores arreglos de voces, que nos
llevará hacia un extrañísimo paisaje celestial. Otro paraje mágico difícil de
describir es el que edifica para “Underneath The Moon”. Más sonidos enigmáticos
transitan en “Colligere”.
Conmovedora música irá desfilando a lo largo
del álbum, como en los violines de “Words I Heard”, hasta su reflexivo final
con “Why Sad Song”. Con este disco que ya podemos proclamar a nuestra adorada
Julia Holter como la artista de la década.
3
7
BEACH
HOUSE
Bella Union
El dúo dinámico de Baltimore, Victoria Legrand
y Alex Scally, Beach House, desde su obra maestra Teen Dream (2010), no ha
parado de alumbrar álbumes superlativos. Su séptimo disco, justamente titulado
7, no ha sido la excepción, pues la pareja sigue creando música espacial, de
ambientes que inspiran esperanza, sueños, y también añoranzas, pero ya no tan
depresivos como los del Bloom (2012).
Su trabajo anterior, B Side and Rarities
(2017) les sirvió “para limpiar el
armario creativo, poner el pasado en la cama, y comenzar de nuevo”. Una vez
trazado el renacimiento sonoro de BH, se separaron de su productor Chris Coady
y se asociaron con el productor de MGMT y ex Spacemen 3, Peter Kember (Sonic
Boom), colocándose algunas metas, como repasar “métodos antiguos y eliminar algunas limitaciones autoimpuestas”, y
dejar que el instinto creativo dicte la sensación del álbum.
La creación de su estudio, edificado sobre lo
que había sido su sala de ensayo, les permitió mantener el entusiasmo por las
composiciones más antiguas, pues podían registrarlas en el momento preciso y no
como en ocasiones pasadas, tener que esperar largos periodos de tiempo hasta
completar los temas necesarios para registrar un álbum, además de la presión de
pagar carísimas sesiones de grabación. Con un ambiente idóneo, se tomaron el
tiempo necesario para experimentar y combinar libremente con diversos
instrumentos, pedales de efectos y lo que quisieran. Es así, que en el registro
podemos escuchar el empleo de nuevos recursos para redefinir su sonido, como
distorsiones de guitarra, saturación de sintetizadores y sorpresivas
percusiones, que adquieren mayor contundencia que en anteriores registros,
enriqueciendo de esta manera sus texturas sonoras.
Esta vez las melodías de ensueño de Beach
House, están conducidas por efectos de distorsión que, en lugar de sonar
irritantes, el dúo las procesa para otorgarles calidez, desde “Dark Spring”,
las distorsiones de su guitarra, yendo en forma progresiva, se encarga de
ambientar hermosos paisajes o en “No Mind” jugando con etéreas percusiones y
mágicos teclados, para luego vibrar ligeramente junto a inquietos “synths” y
cajas de ritmo para “Lemon Glow”. Los coros celestes de la etérea “L´Inconnue”,
nos transporta a los paisajes fantásticos y relajantes del Depression Cherry (2015),
con Victoria embelesándonos los oídos con su canto en francés, como ambientando
un relato épico, asomándose sorpresivamente el sonido de una espectral
percusión desde el “casiotone”. Luego,
en “Drunk In LA”, tensos teclados, con otros de rasgos híbridos se van
mezclando hasta crear un dramático ambiente para que la nostálgica voz de
Victoria de la estocada final y juegue con nuestras emociones y ser asediados
por ásperos riffs. Lo opuesto sucede con la aletargada
“Black Car”, cuyos enigmáticos teclados iniciales lentamente van transitando al
compás de una “seca” percusión. Los cansinos teclados de “Lose Your Smile”
evoca algo del desencanto del Bloom (2012), es más, se asemeja al
“track” oculto con el que cierran ese álbum, cuyas melodías tienen la capacidad
de arrullarnos hacia el sueño placentero. Para el tramo final, Victoria y Alex,
nos cautivan con aquellas melodías que suenan a despedida del ser amado, que
golpean el corazón. En la primera de ellas, “Woo” somos hipnotizados por un
elegante “loop” de percusión, nostálgicas notas de teclados, y la bella voz de
Legrand, escarbando en nuestros penosos recuerdos, además de sus sintetizadores
construyendo parajes celestes, y que en “Girl Of The Year”, sus rasgos
espaciales y reflexivos, recrearán ambientes glaciales, pero a la vez
transportándonos hasta la infancia. A las quietas notas de piano de “Last
Ride”, se suman, intensos sintetizadores, reverberaciones y una serie de
distorsiones de cuerdas hasta su estratosférico final.
7, plasma la visión
caótica y dolorosa, que el dúo percibe del mundo actual, para en medio de ello,
ir descubriendo la verdadera felicidad.
*Fragmento extraído del especial publicado
en F/NZIN 0.2
4
DIONYSUS
DEAD
CAN DANCE
PIAS
Si bien en esta ocasión, el resultado del trabajo
de Brendan Perry y Lisa Gerrard no alcanza los ambientes fantásticos de su
maravillosa reparación, Anastasis (2012), igual siguen
consiguiendo música ecléctica, espiritual y dispuesta a purificar el alma, al
transportarnos por parajes del cercano oriente y del mediterráneo, cuyos
sonidos son capaces de hacer recrear en nuestras mentes una serie de rituales y
cultos aledañas a esas zonas.
Dionysus ha
sido distribuida en siete actos, siendo el primero de ellos, “Sea Borne”, donde
somos conducidos por una entusiasta y envolvente comparsa de sintetizadores,
arpas y espaciales coros étnicos. Luego, “Liberator of Minds” prosigue por esa
senda, aunque más ralentizada, para después hacernos sacudir las caderas con la
delirante “Dance of Bacchantes”, tentándonos a ensayar un “raqs sharqi” o “danza
del vientre”.
En “The Mountain” somos abrazados por la
oscura interpretación de Brendan, haciéndonos creer que estamos por la meca. Las
estimulantes sonoridades étnicas de “The Invocation”, “The Forest” y “Psychopomp”,
nos sigue atestiguando de la grandeza y elegancia de de Dead Can Dance, aunque
se extrañe la supremacía de la voz de Gerrard. Finalmente, es Dead Can Dance y
nadie en la actualidad es capaz de hacer está música sinigual.
5
THE
SOFT MOON
Sacred Bones Records
Luis Vasquez se muda a Berlín y alquila un
solitario estudio ubicado en un sótano de la sombría ciudad para sentirse
completamente libre de explorar sus demonios y emprender la catarsis a través
de la composición musical.
“Esta
es una autobiografía de mi vida, es como un diario, y se trata de comprenderme
a mí mismo y aprender a crecer” declararía a un medio, a
otro manifestaría: “He pasado los últimos
ocho años tratando de curarme, y no ha funcionado, así que [este registro] es
una especie de acto de desesperación, está dirigido a mí mismo. Tengo mucha
culpa en la conciencia”. Por todo
esto, el nombre de su confesional álbum. La idea de criminalizarse a sí mismo
por cada cosa que ocurre, enfrentándose con su propia persona y con una
infancia rodeada de violencia y abuso.
En Criminal,
las liricas se tornan más explicitas.
Allí tenemos, "Like A Father", vociferando de manera monótona
y acelerada contra el padre que nunca tuvo e increpándole todas sus culpas.
“Burn”, expulsando ese perturbador odio hacia sí mismo, que lo acompaña
continuamente y sus intentos de sortearlo. En “Choke” abordando situaciones
tóxicas o en "Give Something", componiendo su primera canción de
amor.
Para
Vasquez haber producido su álbum, ha sido “un
manifiesto de su vida y evolución como ser humano”, le ha resultado
embarazoso reconocer y revivir sus tormentos, llegando a confesar: “Necesito trabajar en mí mismo, porque no
quiero sentirme así…estoy un poco arruinado”.
Si
bien Criminal
no es un álbum fácil de escuchar, además de los tortuosos gritos y lamentos de
Vasquez que recorren todo el registro, posee un extraño poder seductor, irresistible
y placentero, casi sádico, así de sencillo, cuyas texturas sonoras son más
severas y rugosas. Donde sus melodías agridulces, surten efectos masoquistas y
su aspereza llega a embelesar. De hecho, la influencia “kraut” y electrónica
también están presentes, y probablemente se deba a su estancia en Berlín.
“Burn”
arranca de manera furiosa y descontrolada, con guitarras incendiarias y voces
del inframundo, abriéndose paso en medio de chirridos industriales, haciéndonos
recordar al Nine Inch Nails o Ministry más rabioso, derramando toda su ira y
enojo, producto de sus traumas, depresión y culpa. La estridencia industrial
continua con la siniestra “Choke”, cabalgando sobre unas contundentes
percusiones, nuevamente al mejor NIN, para susurrar mensajes ambiguos de
referencias sadomasoquistas. La pista resultará aplastante. La romántica,
aunque claro al estilo Soft Moon, “Give Something”, nos cautiva con sus
lóbregos ambientes, rozando con lo tétrico, además de presentar como
herramienta, un elemento ya empleado en trabajos anteriores, simular el bajo de
Simon Gallup para el Pornography, mientras, que los crujidos electrónicos que
desfilan sobre el final del tema, generan aún mayor zozobra. Mientras que la ya comentada “Like a Father”,
trae envolventes golpes EBM, guitarras procesadas, sintetizadores disonantes, y
la voz robotizada de Vasquez dispuestos a retorcernos los sentidos con una
febril danza. “The Pain” nos coge del cogote y nos tira al medio de una turbia
pista de baile, gracias a sus hipnóticas guitarras y gótico bajo, un recontra
revival ochentero, envolviéndonos también sus irritantes líneas de sintetizador
que sirven de narcótico postludio.
La
fiesta oscura en que se convierte de pronto Criminal, prosigue con la
palpitante “It Kills”, cuyos brincos de saturadas guitarras y sintetizadores,
acompañados por fragorosas percusiones, suenan emotivos, además de dibujarnos
ambientes desolados. El tramo más enfermo del álbum, justamente lo presenta la
industrial “Ill”, con sus agresivos “loops”, chirridos, acoples y otros ruidos
paranoicos, predisponiéndonos a ensayar una bizarra danza que nos lleve a la
locura, toda una cacofonía sónica la pista. Los ambientes grises de “Young”,
con maquinal caja de ritmo acompañando toda la pieza, por momentos se tornan
tenebrosos, ni qué decir de sus alterados sintetizadores, transportándonos por
algún ambiente de un filme surrealista.
Entre empujones, gracias a sus arrebatadas percusiones y guitarras
aterradoras, ingresa “Born Into This”, queriendo sonorizar algún film de
terror. Finalmente, la pieza que da título al disco, “Criminal”, inicia con
densos punteos y sintetizadores claustrofóbicos, para luego dar paso a
peculiares percusiones, y ambientes, reflexivos, por darle alguna definición,
dentro del lenguaje sonoro de Vasquez y cerrar con algunos chirridos.
*Fragmento
extraído del especial publicado en F/NZIN 0.2
“OTROS”
Son buenos, pero… igual te
los dejamos…
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