TUTAMANTA
BRAGEIKI
SUPERSPACE RECORDS
(2018)
Las influencias vernaculares, electrónicas y
experimentales de Braigan Vega, Aka Brageiki, lo ha llevado a concebir una
serie de peculiares obras vanguardistas como El Espejo de la Iris
(2014), Wayta (2015) y su nuevo trabajo Tutamanta, no es la
excepción. La simbiosis sonora que ensaya para concebir delirantes texturas,
resulta excepcional. En esta nueva aventura, las cuerdas andinas, como la del
charango, emprenden vuelo sobre etéreas ambientaciones. Logrando que sus
reflexivas sonoridades
consigan efectos purificadores sobre su oyente.
Y es que en esta ocasión pareciera que el músico
del cono norte de Lima, radicado en Ayacucho, ha bosquejado sus piezas para
sacar al oyente de sus vicisitudes mundanas y a través de parajes sonoros de
rasgos andinos y experimentales, ofrecerle solaz.
Unos sigilosos “loops” dan paso a las
bellísimas sonoridades que emanan de su charango en la inicial “Anqasnina”, cuyas
emotivas cuerdas flotan sobre mareas etéreas, con incursiones espontaneas de
quenas. Luego, en “Atardecer para una noche” su respectivo “beat” y percusiones
minimalistas se desplazan sobre enigmáticos teclados, para proseguir con sintetizadores
disonantes que se retuercen sobre ambientaciones de desértico IDM en
“Infrazul”, cuasi ambientando contactos con “seres del tercer tipo”.
En “Pukaray”,
los reconfortantes punteos del charango, embargándonos de nostalgia, son
acompañados por sutiles sintetizadores. Sigue la misteriosa “Luna nueva para el
Perú”, donde una singular instrumentación andina de vientos, apoyada por
efectos sonoros, nos transportan por inhóspitos parajes. Más sonoridades
vernaculares, dispuestas a apaciguar el alma, hacen su aparición en la
relajante “Wayrasqa”, cuyas ambientaciones espaciales nos trasladaran por las
alturas andinas. Mientras que lo más caótico del álbum lo presenta “Recónditos
espacios”, con una serie de irritantes sonidos, logrando momentos de enigmático
y enloquecido ruidismo.
En “Purikuq”,
resonantes acordes y punteos de charango, nos vuelca hacia la añoranza, en
medio de ambientes atmosféricos, donde imperceptibles “feedbacks” hacen su
incursión. Unos sugestivos comentarios sobre sonidos de vanguardia, como la
electrónica versus el rock, se dejan escuchar en “Todo está químicamente
planeado”, sucediéndole de inmediato un inquietante “loop”, con lúdicos
sintetizadores y cajas de ritmo de por medio. Más ecléctica electrónica se
exhibe en la ondulante “Solo cierra el diafragma”, cuyos pads y teclados
resultan hipnóticos. Por esa vertiente
electro, transita la introspectiva “La procesión del tono”, como pista de
cierre, donde nuevamente se unen minimalistas caja de ritmo con intensos
teclados.
Si
bien, Tutamanta parte de sonoridades de rasgos andinos para lograr
efectos catárticos, su electrónico trayecto final, consigue los mismos
resultados. Es un disco que te envuelve y conmueve con sus reconfortantes
ambientaciones, consolidando a Brageiki como uno de los exponentes más notables
de la música de fusión de nuestro medio.
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