Siguiendo con los aspectos positivos del
panorama internacional durante este año, destacar el retorno sorpresivo de
Wilco, presentándonos su versión más rockera, así como los escoceses de Belle
& Sebastian mostrándonos su lado más “dance”. El post-punk revival de The
Soft Moon o el shoegaze sideral presentado por No Joy. Las consolidaciones de
Madjical Cloudz, Twin Shadow, Holly Herdon y East India Youth. El polémico Mark
Kozelek metiéndole distorsión a su tradicional sonoridad acústica o el
redescubrir a los Inventions, a quienes
descartamos el año pasado con su tibio debut . A horas de comenzar el 2016, aquí la
segunda parte de nuestro recuento mundano.
29
GHOST CULTURE
GHOST CULTURE
Phantasy
Sound
El
proyecto personal del DJ londinense James Greenwood, nos ofrece en su debut un contundente
festín de sonoridades electro-pop, house, synth-pop, dub, down-tempo, para ser
bailadas a la luz de la penumbra, capaces de crear ambientes claustrofóbicos,
espectrales y siniestros pero sin ánimo de intimidarnos, sino de ir a su
encuentro sin reparos, pues el músico emplea las sonoridades 80s para
recrearlas y darles vigencia a través de las 10 pistas que conforman el álbum.
Desde
el saque la electrónica liquida transitando de un extremo a otro de nuestros parlantes,
causando efectos hipnóticos en la sugestiva “Mouth”, la sombría y susurrante voz (y también a lo
largo de todo el álbum) de Greenwood envuelta por una amalgama de percusiones y
sonidos sintéticos resultan sedantes en “Giudecca”, los sinuosos teclados de la
cautivadora “Arms” y todavía terminaremos
más atados ante sus sonoridades computarizadas, son puntos referenciales de
atractivo de la propuesta del DJ.
28
STAR WARS
WILCO
Dbpm
Cuatro
años han pasado para que los liderados por Jeff Tweedy nos entreguen un nuevo
álbum, para esta ocasión los de Chicago han esquivado las estrategias y
convenciones tradicionales de marketing, apoyándose en otras, primero, lanzándolo sorpresivamente, segundo, colocándolo para libre descarga por un
mes, y tercero, ponerle un título tan en boga por
estos meses y familiar para el público. Yendo al lado musical, en esta oportunidad a su ya consabido
sonido, Wilco le añade texturas más rockeras que se dejan notar desde la intro “EKG”,
pasando por las abrumadoras capas de feedbacks que son arrojadas en varios
instantes de “More…”, las distorsiones zigzagueantes en “The Joke Explained” o
sonoridades noise de “Radom Name Generator”, o las atmosféricas guitarras de “You
Satellite”, o todavía más ásperas, galopantes y alucinantes en “Pickled Ginger”,
hasta llegar a las rocanroleras en “Cold Slope” y “King of You”.
Esta vez los comandados por Jeff Tweedy se ponen más "duros" |
De
otro lado, las plácidas “Taste The Ceiling” y “Where I Do Begin” se erigen como los “lunares” de
la obra, al conservar esa estética folk tan propia de la banda en medio de un
mar de piezas dominadas por sólidos guitarrazos, que tranquilamente hubieran
sido concebidas por actos como Sonic Youth, aunque también exhiben influencias
Velvet Underground y de grupos garage rock, y que probablemente al seguidor, amante del
sonido neoclásico de sus anteriores obras les resulte un buen disco pero de los
que son para completar la colección. Sin embargo para nosotros Star
Wars significa un giro refrescante en el sonido de la emblemática banda norteamericana. Mención aparte para su majestuoso cierre con el delicado onirismo expuesto en “Magnetized”
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UNIVERSAL THEMES
SUN KIL MOON
Caldo
Verde Records
Mark
Kozelek está prolífico. El año pasado nos entregó el excelente Benji, puesto N° 20 en
nuestro ranking anual, ahora nos ofrece Universal Themes, que si bien no
llega a los niveles de su antecesor, sí
hace lo suficiente para que lo consideremos entre nuestros favoritos del 2015,
pues el ex Red House Painters, persiste en sus atmósferas folk-rock, salpicadas
por su amargo canto y en esta ocasión enchufándole guitarras eléctricas y subiendo el amplificador al tope, concibiendo melodías más tortuosas.
Tres
magníficas piezas al hilo nos conectan de inmediato con la obra: los 9 minutos
de “The Possum”, donde en medio de un amargado canto, Kozelek nos da un paseo por diversas sonoridades, desde una machacante guitarra acústica, que luego se
vuelve intermitente y experimental, hasta mandarnos a una marcha folclórica de
feria de pueblo; La épica “Birds of Films”, donde unas delicadas cuerdas
acústica nos va meciendo y adormeciendo hasta que somos elevados por una
espectacular sonoridad atmosférica creadas
por ¿mandolinas?, evocando nostálgicos parajes bucólicos; y, la furiosa “With a
Sort of Grace I Walked to the Bathroom to Cry”, golpeándonos de inmediato con
sus rabiosas distorsiones, que van alternándose con instante post-rock, hasta
que Kozelek sobre el final decide adormecer la fiera que lleva dentro al ejecutar
este tema. Hasta aquí podríamos darnos por bien servidos pero el desenfadado
artista persiste en entregarnos prolongadísimas piezas que no siempre resultan
efectivas, salvo en la acosadora y espectral “Little
Rascals”, los ambientes depresivos de “Garden of Lavender”,
aunque también le debieron meter su respectivo corte de minutos, o el alucinógeno “noise”
de “Ali/Spinks 2”, con un Kozelek disfrazándose
de Thurston More y Lee Ranaldo, demostrando que sigue siendo un excelente narrador de
historias acompañado por su guitarra, aunque este año se hizo más conocido por
su polémica composición en referencia a los War On Drugs que por Universal
Themes.
26
MUTANT
ARCA
Mute
He
aquí la alucinación, la “pastrulada” perfecta o “marcianada” surrealista del
momento de la música electrónica, concebida por obra y gracia de Alejandro
Ghersi, el productor de origen venezolano, el culpable de la resurrección de
Björk con su magnífico Vulnicura, además de producir a FKA
Twigs y Kayne West. Este alienígena
sonoro, conocido bajo el alias de Arca, nos arremete a la “prepo” una hora de música quimérica a través de sus 20 delirantes piezas que te sacarán los pies
de la tierra para llevarte a inhóspitos lugares o aquellos que son concebidos
por la imaginación de una mente enferma. Desde
el saque, su arrollador inicio con las desquiciadas “Alive” y “Mutant”, los sugestivos
sonidos acosadores de “Vanity”, la vorágine maquinal y espeluznante de “Sinner”
no hacen sino que experimentes zozobra, paranoia, pero toda esta obra ¿no
significará acaso la encarnación de lo repulsivo e incómodo que resulta cohabitar con este mundo sometido
a la contaminación tecnológica y auditiva?
Más
bloques macizos de ruidos electrónicos, golpes sintéticos y sonidos extremos irán
desplomándose sin piedad sobre nuestros cuerpos y sentidos resultando un
placentero masoquismo su escucha, que irá aligerándose para luego meternos a
los oídos sonidos saturados y estridentes, pero conforme va llegándose a su
final la música se tornará más densa, por ratos también harán su aparición ambientes melancólicos, sonoridades minimalistas, pero igual de intimidantes, teniendo en
la discordante “Peonies” el punto final para tan complejo viaje sónico.
25
MAGIC WHIP
BLUR
Warner
Bros/Parlaphone
El
tan esperado nuevo álbum de Blur tras su reunión el 2008, vio por fin la luz este
año, convirtiéndose en el disco más ecléctico, experimental y psicodélico de la
banda, una de las más emblemáticas del
pop británico. Sin duda, una prolongación de lo desarrollado por Albarn en su
auspicio debut solista, donde los músicos experimentan a su antojo con
múltiples sonoridades apelando a las libertades y licencias que solo la fama y
los años pueden otorgar.
Los
Blur han explorado hacia sonoridades sinfónicas y electrónicas, así como
también la recolección de elementos dub, jazzísticos y orquestales, atreviéndose a
ir más allá de sus límites.
Abre
el disco la nostálgica “Lonesome Street”, un resumen perfecto de las
sonoridades exploradas por la banda a lo largo de su carrera, pop ligero y
listo para el consumo. “New World Towers”, da un vuelco en dirección opuesta con
su antecesor, ofreciéndonos ambientes
introspectivos con ciertos rasgos
orientales, coqueteos de minimalismo electrónico matizados con cuerdas
acústicas y el apesadumbrado canto de Albarn. Los sugestivos riffs y
distorsiones de Coxon, la maquinal percusión de
Rowtree y la insolente voz de
Albarn nos atrapan en la ruidosa “Go Out”, imposible no derretirnos ante
sonidos tan adictivos. Más desfachatez es expuesta en la hibrida “Ice Cream
Man”, cuyos sonidos fluctúan entre lo exótico, lo acústico y la electrónica,
más eclecticismo combinándose con ciertos ambientes espectrales se exhiben en
la genial “Thought I Was A Spaceman”, envolviéndonos con sus relajantes atmósferas,
que sucumbirán ante la base rítmica impuesta por James en el bajo y Rowntree en
la batería, y el despegue psicodélico, merced a los sonidos emitidos por la
guitarra y efectos de Coxon.
En
“I Broadcast”, los Blur dejan por un momento los sonidos experimentales para
entregarnos un explosivo tema pop, que
nos remite a su época dorada pero solo será una pausa, pues con melancólica “My
Terracota Heart” retornan a las ambientaciones introspectivas, y en la épica
“There Are Too Many Of Us”, repasan sus intentos de alear su magistral pop con
lo sinfónico. En la elemental “Ghost Ship”, nos entregan cálidos momentos
gracias a los básicos pero a la vez hipnóticos riffs de Coxon.
En
la recta final desfilan: “Pyongyang” cuya citara china se encargan de crear una
tensa y misteriosa atmosfera, para que luego unos teclados ascendentes en
combinación con la voz de Albarn e indescriptibles ruidos electrónicos nos
introduzcan hacia una delirante bruma psicodélica, la festiva “Ong Ong”, de
peculiares voces desganadas en los coros, y “Mirror Ball” cuyas cuerdas nos
hace experimentar añoranza y describirnos un frío atardecer frente al mar
observando una tenue puesta del sol.
Un
buen retorno de Blur, donde el eclecticismo y la variedad sonora expuesta quizás
se deba a su estancia en Hong Kong al iniciar la grabación del álbum y la
conducción del productor Stephen Street (The Smiths, Morrissey), el compañero
ideal de los ingleses durante su época dorada.
24
PANDA BEAR MEETS THE GRIM REAPER
PANDA BEAR
Domino
Noah
Lenox, A.K.A. Panda Bear, miembro fundador de los delirantes y experimentales Animal Collective, quienes alistan nuevo
disco, nos ofrece trece episodios de sonoridades disparatadas, enmarcados dentro del “cuadro” del pop-psicodélico, apelando a la
electrónica para sus propósitos sonoros.
Las
resonantes voces y sintetizadores del músico, construyendo una especie de plegaria
introduciéndonos a un insólito ritual en “Sequential Circuits”, se convierte
en un aprestamiento para colarnos en su loco mundo sonoro, donde unos ruidos
enrarecidos confluyendo con la etérea voz de Lenox crean sensaciones hipnóticas
en “Mr Noah”, la brevísima sonoridad lunática de “Davy Jones’ Locker” enlazándose
con el sampleo a Soul Sachers en “Crosswords” nos transporta hacia relajantes parajes,
mientras que el ambiente irá oscureciendo de a pocos con “Butcher Baker Candlestick
Maker”.
Electrónica
de rasgos EBM inician la extraordinaria “Boys Latin”, mi favorita del disco, donde
esas hipnóticas onomatopeyas del buen Lenox, resultan barbitúricas. Cierta atmósfera
Beatles en la marcha maquinal downtempo “Come To Your Senses”, la onírica voz
de Lenox junto al sonido de una tierna arpa flotan sobre los aires brumosos de “Tropic
of Cancer”, los ruidos experimentales de “Shadow of the Colosus” son un sabroso
entremés para dejarnos seducir por los tiernos pianos atmosféricos de “Lonely
Wanderer”, el corte house lo pondrá “Principe Real”, finalmente los disparatados y por momentos
ensordecedores sonidos de “Acid Wash” contrastarán con los angelicales coros
creados por Lenox.
Lenox
ha logrado juntar satisfactoriamente lo introspectivo con lo psicodélico, lo
infantil con lo espacial para entregarnos pop del más psicótico y alucinado directo para las venas.
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GREY TICKLES, BLACK PRESSURE
JOHN GRANT
Bella
unión
Se
esperaba con ansias el tercer álbum del cantautor americano, ex The Czars, que
fiel a su estilo se manda con una serie de ingeniosas composiciones embargadas
por el humor negro y la acidez.
El
ahora músico radicado en Islandia, da inicio a su disco con unos enrarecidos
audios de grabaciones, que darán paso al tema que da título al álbum, cuyo
arranque nos hace creer que se trata de una continuación de su hit “GMF”, pero
la pieza dará otros giros sonoros; su gusto por la electrónica en esta ocasión se exhibe texturas más siniestras, tensas y retorcidas, que se prolongará en piezas como “Snug Slacks”,
“Guess How I Know”, ambas de rasgos Nitzer Ebb, y la primera algo más orientada al funk , así como los guitarrazos industriales en “You & Him” o los rasgos minimalistas de “Black
Blizzard” mutando hacia sonidos esplendorosos y alucinantes, incluyendo voces
robóticas.
“Down
Here” marcará el retorno de la guitarra acústica aliándose con sonoridades
electro para entregarnos una endiosada pieza pop. Los ritmos discos de “Voodo
Doll” resultan atractivos, los ambientes relajados de “Magma Arrives” sorpresivamente se ve invadido por portentosas percusiones, distorsiones, y demás
sonidos tornando el ambiente más cargado. Así como las dramáticas ambientaciones de la extensa “No Tangles”, y la reposada “Geraldine” donde unos platillos ascendentes sucumben ante la aparición de atmosféricos teclados.
Sin duda, a pesar de sus momentos de sosiego, estamos ante la obra más “áspera” de Grant, en virtud al poblamiento de sonoridades de maciza electrónica, dura y corrosiva, que se desplaza a lo largo del álbum. John sigues en nuestro altar.
Sin duda, a pesar de sus momentos de sosiego, estamos ante la obra más “áspera” de Grant, en virtud al poblamiento de sonoridades de maciza electrónica, dura y corrosiva, que se desplaza a lo largo del álbum. John sigues en nuestro altar.
22
CULTURE OF VOLUME
EAST INDIA YOUTH
XL
RECORDING
Al
igual que su anterior trabajo, pero esta vez estrenando sello discográfico, el
disco fue grabado y producido por el propio William Doyle en su hogar de
Londres, que a decir de sus liricas “el resultado no era lo que estaba en mente
en un comienzo”, ¿cuál habría sido el planteamiento inicial del proyecto? Solo
su creador lo sabe, pues en este nuevo álbum Doyle se apoya mayormente en sonidos
más discotequeros y frenéticos, sostenidos por un sinfín de murallas de ruidos
electrónicos, pero que en medio de ellas siempre sobresale la cristalina,
cálida y por momentos angelical voz de “niño bueno” de su compositor.
En
Culture Of Volume la electrónica se colude con lo sombrío a través de ritmos
propios de clubes techno para conducirnos por las sendas del delirio, pero para
nada embargados por la frivolidad y lo profano sino a través de sus liricas
atacarnos de nostalgia, mostrándonos sentimientos descorazonados y luminosos
como en “Carrousel”, en medio de tanto sintetizador embriagador. COV cuya
portada se asemeja a la de anuario de escuela secundaria, pareciera un
tributo a los héroes de la vanguardia art-electro-pop: Warhol, Eno, Pet Shop
Boys y Bowie.
El
álbum se inicia con la instrumental “The Juddering” cuyas aplastantes y
ensordecedoras secuencias cíclicas de abstractos ruidos electrónicos van
alterando nuestros sentidos, toda esa maciza sonoridad irá mutando hacia sonidos de densos teclados que terminará por transformarse en unos
golpes “poperos” de piano que se entrelazarán con percusiones y beats
atemporales en “End Result”, creando seductores ambientes de intriga y suspenso.
Sintetizadores con el volumen al tope y otras herramientas electrónicas nos
llevan hacia el frenetismo “trance” en “Beaming White”, ocasionando sensaciones
psicodélicas teniendo en medio la interpretación delicada y cándida de Doyle,
tema que exhibe claras influencias Pet Shop Boys.
El
promocionado single “Turn Away”, nos atrapa y conduce hacia sutiles atmósferas
gracias a su confortable “suavidad” electrónica, que se irá convirtiendo en
ambientaciones futuristas y espaciales. Doyle sabe cómo hipnotizarnos y en
“Hearts That Never” saca todo el arsenal, pues sus palpitantes y acelerados
beats sirven de plataforma perfecta para que se desplacen sus avasalladores
sonidos computarizados que irán moliendo nuestro sentidos entregándonos hacia
el frenesí, en donde la “tierna” voz del artista trata de “ablandar” en algo tanta rudeza dancística, que por un
momento cambiará hacia sonoridades minimalistas pero que cuando menos lo
pensamos el músico vuelve a hacernos “despegar” con sus artilugios “electro”,
construyendo con toda esa amalgama de sonidos electrónicos seis extensos
minutos de éxtasis “dance”. Sin darnos cuenta ingresa “Enterity”, más
flagelación de instrumentación electrónica para el cuerpo, simple y efectiva,
que por momentos nos dará treguas con sonoridades “ambient” más reposadas.
Tras
tanto jolgorio, viene mi canción favorita del álbum, “Carrousel”, hermosísima
pieza edificada por ambientaciones de teclados y sintetizadores, que junto a la
espacial y dramática interpretación de Doyle, se asemeja a una panorámica de
bellos paisajes vespertinos, toda una caricia para el alma y que por momentos
nos hace intentar ensayar la levitación. Emotiva y conmovedora. En “Don’t Look Backwards” carismáticos
sonidos nos van “jalando” hacia ambientes místicos que por momentos adquiere
tientes “mantra”. La melódica “Manmner Words”, la pieza más prolongada del
disco, 10’18’’, posee unas particulares sonoridades electrónicas de manera
replicantes y ondulantes, que nos ánima a
ensayar ciertos pasos de valz, conduciéndonos hipnóticamente hacia
sensaciones delirantes que desembocarán hacia una atmósfera densa, tensa y
misteriosa, sumándose insoportables ruidos sobre el cierre. Finalmente en
“Montag Resolution” nos ofrece los pasajes más “ambient” del disco, golpes sintetizados
cuasi metálicos van sucediéndose progresivamente hasta desvanecerse.
Doyle nos ha vuelto a cautivar con su delirante propuesta, donde nuevamente nos hace convivir lo festivo con nuestro lado más íntimo y hacer de la nostalgia algo para el disfrute.
Doyle nos ha vuelto a cautivar con su delirante propuesta, donde nuevamente nos hace convivir lo festivo con nuestro lado más íntimo y hacer de la nostalgia algo para el disfrute.
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