ENTREVISTA
Aguas de Marte,
el segundo álbum de la banda post-punk experimental Moldes -quienes han presentado su música por escenarios de Colombia,
Alemania y Francia durante este año- es sin duda uno de los mejores discos del
año. En nuestra última visita a la capital conversamos con su lideresa, la
carismática Katia De La Cruz, quien nos absolvió algunas interrogantes sobre
las canciones y conceptos que forman parte de su espléndido trabajo.
APRENDIZAJE
Guido ¿Qué aprendieron de su primera
experiencia discográfica?
Katia: Fue una especie de
escuela de cómo funciona la microindustria de la música independiente. Hicimos
todo, desde conseguir el dinero a través de fiestas para poder grabar. En
realidad empezamos cuando el Chino Hamann nos propuso grabar el primer tema,
“El árbol”, para un compilatorio entre el 2008 y 2009, a partir de eso
decidimos grabar los demás temas, algunos lo hicimos en casa de un amigo, de
ahí en la de otro, luego se juntó todo, pero no nos satisfizo cómo terminó la
mezcla. Entonces Juan José Salazar se
ofreció para hacernos sesionar, se sucedieron una tras otra, las que parecieron
infinitas tratando de acomodar los ritmos, porque nosotros tampoco éramos muy
diestros. Aprendimos un poquito de mezcla, sobre gráficos y photoshop, pues diseñamos
el arte del disco. Fue cómo hacer un postgrado.
Sacamos
el disco en físico, vino el día de la presentación en el Centro Cultural
España, y luego hacer notas de prensa, conseguir los números de teléfonos,
estar insistiendo, llevar los discos a todos los medios en mi mochila, cuando todavía
no existía metropolitano, del centro de Lima a Miraflores a Barranco, y
felizmente todo eso sirvió porque se tuvo bastante acogida de la prensa musical
y bueno todos me “dieron bola”. Llevaba
30 discos a un lugar, 50 a otro. Imagínate que recién ayer coincidentemente
recién he facturado los discos que dejé en Phantom en el 2010.
El
aprendizaje fue bien amplio en ese momento y fue duro. Felizmente era más joven,
tenía más tiempo y más fuerza, más fe (sonriendo). Todo eso fue el aprendizaje
del primer disco y gracias a ello, se presentó la oportunidad de trabajar con A Tutiplén, que no es que te lo dejan
todo en bandeja pero es una gran ayuda.
¿Qué tal les ha ido con Aguas de Marte?
K: Creo que la gente no
se lo esperaba, no esperaban mucho (risas), que hiciéramos algo distinto al
primer disco, que nos arriesguemos musicalmente. Más que nada pienso que ahora
a la gente le gusta la performance en vivo de la banda porque “reversionamos”
un poco más lo temas, por ejemplo hemos sacado la versión de “Danza Ondulante”
de Delirios krónicos que a la gente le ha encantado. Me sorprende que nos esté
yendo a ver un público joven, y esa gente es un poco más intensa que la gente
mayor, que muchas veces le gusta la presentación pero permanece estática.
EL MANANTIAL DEL RUIDO
Katia "experimentando" en la Red Bull Academy de París. |
¿Qué significa para ustedes el ruido
como concepción estética para elaborar su arte?
K: En este disco hay
una muestra más intensa, más clara del ruido, más intencional que en el primero,
que era un poco más contenido, quizás por la mezcla de Juanjo, que era más pop,
más ecléctico para hacerlo. Pero más
allá de las influencias de afuera, como Sonic Youth que es bien clara, existe como
una influencia de la técnica del “ruidismo”, me parece que ahora hay muchos
grupos que están adoptando o involucrando el “ruidismo” en el rock o en el pop,
porque Lima de por sí es una ciudad súper caótica, súper ruidosa, muy agresiva
y qué mejor forma de sacar esa parte, de revertir esa negatividad de la ciudad
y volverlo música pop y digerible. A mí me parece que es una consecuencia de
esta generación musical, el hecho que el “ruidismo” sea algo tan presente y
sobre todo en el pop, porque ya había vertientes de “ruidismo” en los 80s y 90s
en el rock -en los conos- ya había una movida muy fuerte, pero era “ruidismo”
por “ruidismo” que era chévere, pero esto de mezclarlo con otras cosas más
digeribles me parece que ya es algo como de esta época, algo que tenía que
suceder y me parece bien.
BEBIENDO AGUAS DE MARTE
Moldes grabando en la Red Bull Academy de París |
En el tema 11:11 de Aguas de Marte, ¿existe el deseo de querer emular el canto
desenfadado de Kim Gordon (bajista de Sonic Youth) o es tu propio estilo?
K: Bueno salió así, si
tengo que hablar de artistas que me hayan influido están justamente Kim Gordon,
PJ Harvey, Jennifer Cornejo (Electro Z), pero definitivamente la letra de esa
canción amerita esa interpretación porque se ubican dentro de un contexto apocalíptico,
de la época en que yo tenía la casa del auxilio (un espacio contracultural de
la década pasada), y fue un momento muy chévere, muy como de crecimiento pero
eso también atrajo mucha gente que no estaba de acuerdo con lo que sucedía allí,
pero sin ningún fundamento y que de repente tenía algo de enviada o algo así,
no de mí sino de lo que estaba sucediendo, de lo que se movía entorno a la
escena. Por eso la frase dice “si ahora
quieres verme caer serpientes miran y ellas también alucinadas por lo de creer,
y miran hacia abajo y ahora tienen pies” y luego continua “todos empezamos ahora a correr”, es como
“no importa todo lo que hago, para ti está mal pero yo voy a seguir”. La
intención de estar como al ataque con esa letra es intencional.
¿Qué ideas tratas de expresar en
“Vynilchrist” con eso de “las uñas
vinilícas en manos acrílicas”?
A fiche promocional del tour europeo de Moldes |
K: Esa letra la hice
cuando tenía entre 19 y 20 años más o menos.
Es que desde que era pequeña, 8 ó 9 años, vengo cuestionándome la
creencia en las religiones, primero cuestioné el catolicismo, me parecía que
era terrible, esa verticalidad entre el cura y el feligrés, el sometimiento, el
perdón, el pecado y el miedo, y luego como me fui a investigar distintas
iglesias. Y de ahí a los 19 años, cuando dije “no creo en nada” hice esta letra
que habla un poco de cómo las iglesias venden la religión como si fuera un
elemento del escaparate de una tienda, por eso dice la letra, “he visto
hoy a Cristo en tus sueños con uñas vinilicas con manos acrílicas”. Entonces
este tema habla de la búsqueda de la fe, que en verdad en ese momento no la
encontré. Hay otra parte que da origen al nombre del disco, “las aguas marcianas crearon neblinas”.
En “Mulato (elipsis)” existe cierta
reminiscencia free-jazz que terminan mezclándolo con noise ¿la experimentación
continuará por esos senderos?
K: Eso fue un “jaming”
que salió tan perfecto que dijimos: “vamos
hacerlo tal cual, no hay que ponerle letra, hay que invitar a alguien en el
theremin y a Giacomo Novella en el trombón”, pero todo fue tan “viajero”. Una
canción que dura como seis minutos. Esa influencia es bien fuerte de parte de Chicho
Pérez (ex bajista de la banda), quien es amante de Miles Davies y del jazz (le
encanta “jammear”) y nos guió para ese “jamming”. Por esa época yo estaba de
novia con un chico que es un pianista clásico que también estaba súper
influenciado por el jazz y la música clásica, como que todo encajo.
A pesar que las letras de las canciones
del disco son muy interesantes, ¿por qué no las colocaron en el booklet?
K: La quisimos poner en
la parte posterior del poster, pero vimos que como diseño, se perdía. Y además
si te das cuenta la mezcla de la música no resalta mucho la letra de las
canciones, generalmente no se entienden, entonces nos gustaba mucho la idea, de
que si alguien quisiera entender qué estaba pasando en la letra de la canción
lo busque, pero no nos convenció mucho la idea de sacar las letras dentro del
disco.
¿Cómo que las letras son una parte más
de la instrumentación de las canciones?
K: Sí, nosotros quisimos
trabajar la línea vocal de las canciones más como un instrumento que como una
voz principal, algo que se mimetice con
la música. Para nosotros la parte más importante es que se sienta la música.
Nosotros primero hicimos la música y luego letra.
Leía que tus primeras experimentaciones
eran con un stereo casero, juguetes y otros aparatos insospechados, ¿Crees que
en “Remanso” logras la consecución de aquellos intentos primarios?
K: Claro, en “Remanso” utilizamos
el sonido de una grabación real del mar y una radio, “Vinylchrist” y “Remanso” la grabamos y
mezclamos en mi casa con Efrén Castillo (guitarras). A diferencia de las demás canciones
que las grabamos en el estudio, y eso nos permitió llegar a ese tipo de
detalles. El proceso de composición y arreglos fue mucho más calmado, entonces
le metimos el sonido del mar, decidimos hacer la base de percusión con
secuencias y eso de la radio fue aleatorio, “ya prendé la radio, graba”.
Estábamos sintonizando una radio en AM, y la canción que se escucha salió en
ese momento, fue una casualidad. Luego
grabamos otras más, pero esa nos gustó, era música tradicional ecuatoriana, que
a Efrén le encanta. Además es chévere pues justo termina con la palabra
“añoranza”. Parece como planificado, pero no, es el azar.
En “Los subsiguientes” otra vez se
aprecia influencia Sonic Youth, ¿Quién es el fan de la banda New Yorkina?
K: Efrén tiene mucha
influencia Sonic Youth. Le gusta meter baquetas, destornillador y otras cosas a las guitarras. Su nueva adquisición es un
tarjador mecánico y está experimentando con ello, acercándolo a las cuerdas y reproduciendo
sonidos extraños. Efrén es estudioso de la música de Sonic Youth, el otro día
me dijo “mira me he sacado esta canción
de Sonic Youth”, y el no es de sacarse canciones, pero estaba contento de
haber obtenido la afinación especial de la canción. Pero lo que me gusta un
montón de “Los subsiguientes” es que el teclado hace función de guitarra, lo
que escuchas que empieza como guitarra, es en realidad el teclado. Lo que me gusta es que al final se pone medio
dance, es bien divertido.
PISANDO TIERRA
¿Por qué las canciones en vivo suenan
diferentes a las versiones de estudio?
K: Nos encanta “reversionar”
nuestras canciones en vivo, es algo mucho más intenso, hay más arreglos. Por
ejemplo en “Vinylchrist” hay una parte que explota, en “El túnel” la hacemos
como “dubstep” con cumbia, más bien deberíamos componer en vez de estar “reversionando”
(risas).
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